lunes, 8 de mayo de 2017

Cierto como el ahora

Dylan Thomas
(Swansea, País de Gales, 1914-1953) 

Bajo el bosque lácteo
(Un drama para voces)
Fragmentos

NOTA (Fuente: Wikipedia): En Bajo el bosque lácteo, un narrador omnisciente invita a los oyentes a escuchar los sueños y pensamientos íntimos de los habitantes de una imaginaria localidad galesa, "Llareggub" (inversión de bugger all, traducible aproximadamente como "iros todos al carajo"), eufemísticamente transformado en ediciones tempranas en "Llaregyb". Entre los personajes principales, cuyos nombres son casi siempre simbólicos, se encuentran el Capitán Cat, que revive su época de marino; las dos señoras. Dai Breads; Organ Morgan, obsesionado con su música; o Polly Garter, que suspira por su amante muerto. Tras este inicio onírico, el pueblo despierta y cada personaje se sumerge en sus quehaceres cotidianos.

(…)

———-VOZ PRIMERA En la intimidad del comedor oscuro de la Casa del Colegio, lleno de polvo y resonante como un comedor en una cripta, el señor y la señora Pugh están callados ante un pastel de carne fría y gris. El señor Pugh lee, mientras se mete para dentro la carne amortajada, las Vidas de los Grandes Envenenadores. Ha forrado el libro con papel de embalar. Furtivamente, mientras mastica concienzudamente, espía de reojo a la señora Pugh, la envenena con la mirada, luego continúa leyendo. Subraya ciertos pasajes y sonríe en secreto.

———-SEÑORA PUGH
Las personas educadas no leen en la mesa,

———-VOZ PRIMERA
dice la señora Pugh. Se traga una tableta digestiva tan grande como una píldora para caballos, haciéndola bajar con el agua turbia de la sopa de guisantes.

[Pausa]

———-SEÑORA PUGH
Algunas personas se educaron en las pocilgas.

———-SEÑOR PUGH
Los cerdos no leen en la mesa, querida.

———-VOZ PRIMERA
Amargamente saca el polvo a la vinagrera rajada. El polvo se posa sobre el pastel como una fina lluvia de mosquitos.

———-SEÑOR PUGH
Los cerdos no pueden leer, querida mía.

———-SEÑORA PUGH
Yo sé de uno que puede.

———-VOZ PRIMERA
Solo en el silbante laboratorio de sus deseos, el señor Pugh trasiega entre cubetas y botellas maléficas, camina de puntillas entre bosques de hierbas mortíferas, la agonía bailando en sus crisoles, y prepara especialmente para la señora Pugh una papilla venenosa desconocida para los toxicólogos que la escaldará y se deslizará como una víbora por el interior de su cuerpo hasta que las orejas le caigan como higos, se le inflen los dedos de los pies y se le vuelvan negros como los globos, y el vapor salga aullando por su ombligo.

———-SEÑOR PUGH
Tú eres la que lo sabes mejor, querida,

———-VOZ PRIMERA
dice el señor Pugh, y rápido como el rayo la sumerge en la sopa de rata.

———-SEÑORA PUGH
¿Qué es ese libro que tienes al lado del comedero, señor Pugh?

———-SEÑOR PUGH
Es una obra teológica, querida mía, Vidas de los Grandes Santos.

———-VOZ PRIMERA
La señora Pugh sonríe. Un carámbano se forma en el aire frío del comedor-cripta.

———-SEÑORA PUGH
Esta mañana te he visto hablando con una santa. Santa Polly Garter. Ayer por la noche fue mártir otra vez. La señora Organ Morgan la vio con el señor Waldo.

———-SEÑORA ORGAN MORGAN
Y cuando me vieron hicieron ver que buscaban nidos,

———-VOZ SEGUNDA
dice la señora Organ Morgan a su marido, con la boca llena de peces como la de un pelícano.

———-SEÑORA ORGAN MORGAN
Pero nadie va a buscar nidos con camiseta y calzoncillos largos, me dije a mí misma, como los que llevaba el señor Waldo, y con el vestido casi en la cabeza como lo llevaba  Polly Garter. Ah, no me enredaron, no.

———-VOZ SEGUNDA
Un buen trago de pájaro, y la pelaya ha desaparecido. Se lame los labios y vuelve a pinchar.

———-SEÑORA ORGAN MORGAN
Y cuando piensas en todas aquellas criaturas que tiene, todo lo que  puedo decir es que más le valdría dejar de buscar nidos, es todo lo que puedo decir, no es la mejor forma de pasar el rato para una mujer que no sabe decir que no ni a los enanos. ¿Te acuerdas de Bob Spit? No era más alto que un niño y le hizo dos. Pero dos criaturas encantadoras, de veras, Fred Spit y Arthur. A veces me gusta más Fred y a veces Arthur. ¿Cuál te gusta más a ti, Organ?

———-ORGAN MORGAN
Oh, Bach sin ninguna duda. Para mí, siempre Bach.

———-SEÑORA ORGAN MORGAN
Organ Morgan, no has escuchado ni una palabra de lo que he dicho. Contigo, siempre órgano órgano…

———-VOZ PRIMERA
Y estalla en llanto, y, en medio de su salado aullar, ensarta ágilmente un pequeño pez plano y se lo pelicanea entero.

———-ORGAN MORGAN
Y luego Palestrina,

———-VOZ SEGUNDA
dice Organ Morgan.

**
PRIMERA VOZ
Organ Morgan se va a la capilla a tocar el órgano. Ve a Bach estirado sobre una lápida.

———-ORGAN MORGAN
¡Juan Sebastian!

———-CHERRY OWEN (Ebriamente)
¿Quién?

———-ORGAN MORGAN
¡Juan Sebastian poderoso Bach! Oh Bach, Bach.

———-CHERRY OWEN
Vete al infierno.
**

ROSIE PROVERT
¿Qué mares contemplaste,
Tom Cat, Tom Cat,
cuando los navegabas
hace ya tanto, tanto?
¿Qué monstruos resoplaban
en el verde ondulante
cuando tú eras mi dueño?


CAPITÁN CAT
Te diré la verdad.
Mares vociferantes como focas,
mares verdes, azules,
mares llenos de anguilas,
tritones y ballenas.


ROSIE PROVERT
¿Y qué mares surcaste,
oh viejo ballenero, cuando tú,
sobre grasientas olas de ballena,
entre Gales y San Francisco,
eras contramaestre mío.


CAPITÁN CAT
Cierto como el ahora,
Rosie, golfilla amada de Tom Cat,
marinerita de agua dulce,
de los amores el más grato,
fácil entre las fáciles,
la siempre dulce amiga,
mares verdes como habichuelas,
mares de cisnes deslizantes
bajo aullidos de foca de la luna.


ROSIE PROBERT
¿Qué mares te mecieron
oh mi pequeño timonel,
mi esposo más querido,
con botas altas y anhelante,
mi pato, ballenero mío,
mi miel, mi papaíto,
mi azucarado y lindo marinero,
con mi nombre en tu vientre
cuando eras un muchacho,
hace ya tanto, tanto?


CAPITÁN CAT
No he de mentirte,
que no he visto mecerse
otros mares que el tuyo,
aguas surcadas juntos.
Acuéstate y reposa,
naufrague yo en tus muslos.


ROSIE PROBERT
Llama dos veces, Jack,
al portón de mi tumba,
y pregunta por Rosie.


CAPITÁN CAT
Rosie Probert.


ROSIE PROBERT
Recuérdala.
Ella ya va olvidando.
La tierra que llenó su boca
desaparece entre sus manos.
Recuérdame.
Yo te he olvidado.
Me marcho hacia la sombra de la sombra por siempre.
He olvidado, incluso, mi nacimiento.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char