Laura Forchetti
(1964, Coronel Dorrego, provincia de Buenos Aires, Argentina, 1964)
fasto
me regalaron
un repasador
con almanaque
no sé dónde ponerlo
-dije un almanaque en un repasador
ustedes también tienen uno
hermanas-
puedo colgarlo
como un cuadro kitch
en la cocina
o comprar
lápices indelebles
uno rojo
y uno negro
hacer círculos
en torno a los días
con el lápiz rojo
los días felices
pero es más fácil
aceptar
la condición utilitaria
de los objetos
entonces
seco los platos
como si creyera
que hoy es domingo
seis de enero
**
1.
con la chiquita prendida
a la teta
hermosa aún
como una manzana
y la segunda dormida
en el otro brazo
abrazada a un oso
que huele a jabón
repetís la tabla del nueve
para la mayor
y revisás
los cuadernos de la escuela
ponés el reloj
a las seis
y te metés en la cama
con la remera puesta
las medias
un libro de poemas
aunque te griten
revuelvas bolsillos
algo
o despedís a tu amiga
y la besás
-lloran un poco las dos-
cuando jurás
que es para siempre
te pagan una miseria
o tu cuerpo
no reza
ayuda ni amor
entonces
como matitas
cinco pétalos
tres colores
centro oscuro
del rojo al negro violeta
la cápsula de semillas
pensamientos
Inédito. Tomado de El poeta ocasional.
**
mientras camino
tres cosas pienso:
el sol que brilla
en mis canas
las cruza el viento
delante de mis ojos
como alas de insectos
agitadas
la cabeza
blanca
de alfonsina
el bolso que revuelvo
sé que puse un lápiz
allí adentro
Inédito, tomado de El infinito viajar
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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