sábado, 25 de julio de 2009

Sobre el actor




El efecto es impagable: el actor,
que hace de padre que
mira a su hija,
recién muerta, abre la boca
y con los ojos, desencajados como la boca,
pega un grito
mudo, un silencio
brutal, la cámara filma en primerísimo plano
la voz que no sale,
hasta que el actor,
y siempre con su boca abierta y
desencajada, como sus ojos, saca
de no sé qué garganta, quién
dirige el gutural, el gemido
insoportable, como si sufriera
demasiado.
I.G.

2 comentarios:

eduardo dijo...

Una de las escenas más conmovedoras de la historia del cine, y acertadísimo el juicio de que la cámara filma la voz que no sale. ¿Qué otra cosa es un grito sino una voz que no sale, un lenguaje que no alcanza?
Besos. Eduardo.

Irene Gruss dijo...

Gracias, Eduardo. ¿Es así, nomás, no? Mi saludo, Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char