jueves, 8 de marzo de 2012

Mi señora cuando anda pisa el suelo

Otro soneto de William Shakespeare


Soneto 130


Los ojos de mi señora no se parecen en nada al sol;
El coral es mucho más rojo que sus labios;
Si la nieve es blanca, porque sus pechos son pardos;
Si sus pelos son de alambre, negros alambres crecen en su cabeza.
He visto rosas de Jericó, rojas y blancas,
Pero no tan rojas como el rojo de sus mejillas,
Y en algunos perfumes hay más deleite
Que en el aliento de mi señora.
Adoro escucharla hablar, pero sé bien
Que la música tiene un sonido más placentero.
Garantizo que nunca he visto irse a una diosa;
(Mi señora cuando camina pisa el suelo.)
Sin embargo, por el cielo, veo a mi amor tan extraña como
Cualquiera que contradigo con falsa comparación.

                                                                               **


My mistress' eyes are nothing like the sun;
Coral is far more red than her lips' red;
If snow be white, why then her breasts are dun;
If hairs be wires, black wires grow on her head;
I have seen roses damasked, red and white,
But no such roses see I in her cheeks;
And in some perfumes is there more delight
Than in the breath that from my mistress reeks;
I love to hear her speak, yet well I know
That music hath a far more pleasing sound;
I grant I never saw a goddess go
(My mistress when she walks treads on the ground).
   And yet by heaven I think my love as rare
   As any she belied with false compare.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char