miércoles, 11 de julio de 2012

Si hubiera sido digna tu vida

W.H. AUDEN 
(Inglaterra, 1907-Austria, 1973)


Embajada

Se disipó, al caer la tarde, la opresión del día;
Las altas cumbres pudieron divisarse; había llovido
A través de amplios prados y flores refinadas
Fluía el diálogo de los diplomáticos.
Dos jardineros les miraron los zapatos caros
y el chofer esperaba, leyendo algo apoyado sobre el manubrio,
hasta que ellos terminaran su intercambio de enfoques.
Parecía una escena perteneciente a la esfera privada.
Lejos de ahí, sin importar sus buenas intenciones,
las fuerzas armadas esperaban un error verbal
con toda la parafernalia dispuesta para dañar:
Y del encanto de ellos dependía
una tierra devastada, con sus jóvenes masacrados,
sus mujeres llorando y el pueblo bajo el terror.

(Versión de Germán Carrasco)
***
Si pudiera decirte 

El Tiempo dirá tan sólo: «ya te lo dije».
Sólo el tiempo conoce el precio que hemos de pagar;
Si yo pudiera decírtelo, te lo haría saber.

Si debiéramos sollozar cuando los payasos hacen su número,
Si debiéramos tropezar cuando tocan los músicos,
El Tiempo dirá tan solo: «ya te lo dije.»

No hay fortunas que predecir, no obstante,
Porque te amo más de lo que puedo decir,
Si pudiera decírtelo, te lo haría saber.

Los vientos deben venir de alguna parte cuando soplan,
Debe haber razones por las que las hojas se pudren;
El Tiempo dirá tan solo: «ya te lo dije.»

Tal vez las rosas realmente quieran crecer,
Tal vez la visión quiere en verdad permanecer;
Si pudiera decírtelo, te lo haría saber.

Supongamos que los leones se levantaran todos y se fueran,
Y que todos los arroyos y los soldados huyeran;
¿Dirá el tiempo algo que no sea ya te lo dije?
Si pudiera decírtelo, te lo haría saber.

(Versión de Antonio Resines)
***
Mientras paseaba una tarde

Mientras paseaba una tarde,
bajando por Bristol Street,
las multitudes en las aceras
eran campos de trigo maduro.

Y junto al río crecido
oí cantar a un enamorado
bajo la vía del tren:
“El amor nunca se agota.

Yo siempre te voy a querer,
hasta que China y África se junten,
y el río salte encima de la montaña
y el salmón cante en la calle.

Te querré hasta que tiendan
el océano para que se seque
y las siete estrellas graznen
en el cielo como gansos.

Los años correrán como liebres
porque en mis brazos llevo
la Flor de los Tiempos
y el primer amor del mundo”.

Pero los relojes de la ciudad
empezaron a zumbar:
“No dejéis que el Tiempo os engañe,
nunca lo vais a vencer.

”En las madrigueras de la Pesadilla
donde la Justicia está desnuda,
el Tiempo vigila desde la sombra
y tose cuando intentáis besaros.

”Con angustias y migrañas
la vida se va escurriendo
y el Tiempo se sale con la suya
mañana igual que hoy.

”En muchos valles verdes
se amontona la nieve atroz,
el tiempo deshace los bailes
y la pirueta del colimbo.

”Oh, meted las manos en agua,
metedlas hasta las muñecas,
mirad en la pileta
y pensad que habéis perdido.

”El glaciar llama desde el armario,
el desierto gime en la cama,
y la grieta en la taza de té
lleva tierra a los muertos.

”Allí el mendigo rifa billetes de banco
y el gigante hechiza a Pulgarcito,
y el pálido muchacho ruge de furia
y Jill se tumba de espaldas.

”Oh, mirad en el espejo,
mirad vuestra preocupación;
la vida sigue siendo una bendición
aunque vosotros no sepáis bendecir.

”Oh, quedaos en esa ventana
mientras las lágrimas os queman,
amaréis a vuestro mezquino prójimo
con vuestro corazón mezquino”.

Ya se había hecho muy tarde,
los enamorados se habían ido,
los relojes habían dejado de zumbar
y el río profundo seguía fluyendo
Acerca del dolor jamás se equivocaron
Los Antiguos Maestros. Y qué bien entendieron
Su función en el mundo. Cómo llega
Mientras alguno cena o abre la ventana
O nada más camina sin objeto.
Cómo, mientras los viejos aguardan reverentes
El milagroso Nacimiento, habrá siempre
Niños sin mayor interés en lo que ocurre,
Patinando
En el estanque helado a la orilla del bosque.

No olvidaron jamás
Que el eterno martirio ha de seguir su curso,
Irremediablemente, en sórdidos rincones,
Donde viven los perros su perra vida
Y la yegua del verdugo se rasca
Las inocentes grupas contra un árbol.

Por ejemplo, en el Ícaro de Brueghel:
Con qué serenidad
Todo parece lejos del desastre.
El labrador oyó seguramente
El rumor de las aguas y el grito inconsolable.
Pero el fracaso no lo conmovió:
Brillaba el sol como brilló en el cuerpo blanco
Al hundirse en las aguas verdes.

Y la elegante y delicada nave
Debió haber visto lo inaudito:
La caída de un niño que volaba.
Pero el barco tenía un destino
Y siguió navegando en calma.
***
Epílogo

Los mundos ficticios e intemporales
de significado manifiesto
no deleitarían,

uno fuera el nuestro
uno temporal donde nada
es lo que parece.

**
El tiempo te ha enseñado
                                                   cuanta inspiración
te aportaron tus vicios,
                                                la deuda de la imaginación
con la tentación
                                a la que cediste,
que más de un hermoso
                                               verso expresivo
no habría existido,
                                      si hubieras ofrecido resistencia:
como poeta, tú
                               sabes que es cierto,
y aunque en la Iglesia
                                            a veces rezas
para sentirte contrito,
                                             no funciona.
felix culpa, dices:
                                    igual tienes razón.

Esperas, sí,
                     que tus libros te justifiquen,
te salven del infierno:
                                            aun así,
sin parecer triste,
                                    sin que en modo alguno
dé la impresión de que te culpa
                                                                (no le hace falta,
bien sabe
                    a qué hace caso
un enamorado del arte como tú),
                                                                   Dios puede hacer
el Día del Juicio,
                                  que te deshagas en lágrimas de vergüenza,
recitando de memoria
                                              los poemas que
habrías escrito, si
                                    hubiera sido digna tu vida.

(Versión de Eduardo Iriarte)
De Canción de cuna y otros poemas

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char