Poemas del nuevo libro de JONIO GONZÁLEZ
(Buenos Aires, Argentina, 1954. Reside en Barcelona)
si hay pan
come
si no lo hay
llama a dios
por el nombre de sus siervos
si te interrogan
si te condenan
mantente callado
no cierres los ojos
arráncale el corazón
al ídolo que espera
***
es roja la huella
del cuchillo
y rojo el ruido
de los huesos rotos:
rueda la cabeza
por causa de su lengua
y los perros se ceban
de grasa
entre el mosquerío:
ah, los trabajos de la muerte,
como la sombra de un ala
sobre el lecho
***
pasados los médanos
ni riqueza
ni sabiduría
***
sobrevives entre los pensamientos
que pueblan la casa
entre las briznas de la hierba
arrancada a conciencia
tienes un lugar en la tierra yerma
debajo de la escarcha
en la obcecación de los insectos
un puerto aguarda
pero la nave
ah la nave
***
la luz que atraviesa la vidriera
muere en la cara del que acude
en busca de los hechos
no hay camino a esa hora
que no conduzca al desierto
**
De Ganar el desierto, Ediciones en Danza, 2012
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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