miércoles, 27 de noviembre de 2013

Las alegrías no ríen. Las tristezas no lloran

DE ARCHIVO


William Blake
(Inglaterra, 1757–1827)


Proverbios del Infierno
(1792)

En tiempo de siembra, aprende; en tiempo de cosecha, enseña; en invierno, goza.

Conduce tu carro y tu arado sobre los huesos de los muertos.


El camino del exceso lleva al palacio del saber.


La Prudencia es una vieja solterona, rica y fea, que la Incapacidad corteja.


Aquel que desea pero no actúa, engendra peste.


El gusano perdona al arado que lo corta.


Sumerge en el río a aquel que ama el agua.


El necio no ve el mismo árbol que ve el sabio.


Aquel cuyo rostro no irradie luz, jamás será una estrella.


La Eternidad está enamorada de los frutos del tiempo.


La abeja laboriosa no tiene tiempo para el pesar.


Las horas de la locura las mide el reloj, pero ningún reloj puede medir las horas de la sabiduría.


Todo alimento sano se logra sin red ni cepo.


Usa número, peso y medida en año de escasez.

Ninguna ave se remonta demasiado, si lo hace con sus propias alas.


Un cuerpo muerto no venga injurias.


Tu acto más sublime es poner a otro delante de tí.


Si el necio persistiera en su necedad, se tornaría sabio.


Locura, capa de la villanía.


Vergüenza, capa del orgullo.


Las prisiones son edificadas con piedras de la Ley, los burdeles con ladrillos de la religión. 


El orgullo del pavo real es la gloria de Dios.


La lujurias del chivo es la generosidad de Dios.


La ira del león es la sabiduría de Dios.


La desnudez de la mujer es obra de Dios.


El exceso de pena ríe. El exceso de gozo llora.


El rugido de los leones, el aullido de los lobos, la ira del tempestuoso mar y la espada destructiva 

Son porciones de eternidad demasiado grandes para el ojo humano.

El zorro condena la trampa, pero no a sí mismo.


El gozo fecunda. El dolor engendra.


Dejad que el hombre vista la piel del león y la mujer el vellón de la oveja.


El ave un nido, la araña una tela, el hombre la amistad.


El egoísta necio que sonríe y el necio sombrío y ceñudo serán tenidos por sabios y se tornarán la norma.


Lo que hoy está demostrado, una vez fue imaginado.


La rata, el ratón, el zorro, el conejo, cuidan de las raíces; el león, el tigre, el caballo, el elefante, de los frutos.


La cisterna contiene, la fuente rebosa.


Un pensamiento llena la inmensidad.


Si estás siempre pronto a expresar tu opinión, el vil te evitará.


Todo lo que es creíble, es una imagen de la verdad.

Nunca perdió el águila tanto tiempo como cuando se sometió a la enseñanza del cuervo.

El zorro se provee a si mismo; pero Dios provee al león.

Medita en la mañana. Obra al mediodía. Come al atardecer. Duerme en la noche.

Quien ha soportado que abuses de él, te conoce.


Así como el arado sigue las palabras, Dios recompensa las plegarias.


Los tigres de la cólera son más sabios que los caballos del saber.


Espera veneno del agua estancada.


Nunca sabrás lo que es suficiente a menos que sepas lo que es más que suficiente.


¡Escucha el reproche de los necios! ¡Es un título real!


Los ojos de fuego, la nariz de aire, la boca de agua, la barba de tierra.


El débil en denuedo es fuerte en astucia.


Nunca pregunta el manzano al haya cómo crecer, ni el león al caballo cómo lograr su presa.


Quien recibe agradecido, fructifica abundante cosecha.


Si otros no hubieran sido necios, nosotros lo seríamos.


El alma rebosante de dulce deleite jamás será profanada.

Cuando ves un águila, ves una porción de genio: ¡Yérguete! 

Así como la oruga elije las hojas más bellas para posar sus huevos, así el sacerdote deja caer su maldición

en los gozos más dulces. 

Crear una pequeña flor es trabajo de siglos.


La maldición vigoriza; la bendición relaja.


El mejor vino es el más añejo, la mejor agua es la más nueva.


Las plegarias no aran; las alabanzas no cosechan.


Las alegrías no ríen. Las tristezas no lloran.


La cabeza, lo Sublime; el corazón, el Pathos; los órganos genitales, lo Bello; las manos y los pies, la Proporción.


Como el aire al pájaro o el agua al pez, así es el desprecio para el despreciable.


La corneja quisiera que todo fuera negro; el búho, que todo fuese blanco.


Exuberancia es Belleza.


Si el león fuera aconsejado por el zorro, sería astuto.


El Progreso construte caminos rectos, pero los tortuosos caminos sin progreso son los caminos del genio.


Antes asesina a un niño en su cuna que nutras deseos que no realices.


Donde no está el hombre, la naturaleza es estéril.


La verdad nunca puede ser dicha de modo que sea comprendida sin ser creída.


¡Suficiente! o Demasiado.



Nota: La mayoría de estos textos provienen del Rubaiyyat (traducción de Ramón Hervas). Barcelona: Ediciones 29, 1993.

2 comentarios:

silvia camerotto dijo...

blake fue hoy lectura de cabecera... gracias, irene.

Irene Gruss dijo...

A vos, por pasar por aquí; Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char