PAUL ÉLUARD
Eugène Grindel
(Francia, 1895-1952)
Segunda naturaleza
Hincad la rodilla juventud y cólera
El insulto sangra amenaza ruina
Los caprichos no tienen la corona los locos
Viven pacientemente en el país de todos.
Cerrado está el camino de peligrosa muerte
Por soberbios funerales
El espanto es cortés la miseria encantadora
Y el amor deja reír a obesos inocentes.
Adornos naturales elementos en música
Virginidades de barro artificios de mono
Respetable fatiga honorable fealdad
Trabajos deliciosos donde el olvido se sacia.
Es una casualidad que esté el sufrimiento
Y somos ese suelo donde se construyó todo
Y estamos en cualquier parte
Donde se eleva el cielo de los otros
Donde negar la vida es siempre inútil.
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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