martes, 18 de marzo de 2014

Y nadie dice nada sino “Frío”.

Antiguos poemas irlandeses


Fuego con nieve

Deliciosa esta época del año;
se ha ido el crudo viento invernal;
brillante el bosque, fértil el agua;
gran paz, alegre verano.

Una bandada de pájaros se posa
en el sitio por el que anda una mujer;
hay un rumor en un campo verde
por el que corre un brillante y raudo arroyuelo.

Gran ardor, monta de caballos;
se alinea la apretada hueste;
la charca es noble en prodigalidad:
pone oro en las pupilas.

Del siglo IX escrito en gaélico
***
Frío

¡Siempre frío!
La mayor tempestad por doquier;
los arroyos son ríos
y un lago rebosante cada lago.

Como un magno mar cada lago se eleva,
es una multitud cada cosa pequeña;
las gotas de lluvia son como blocas de escudos;
como pieles de carnero blanco, los copos.

Como un foso es cada sucio charco,
se alza el llano, un bosque es cada páramo;
no encuentran refugio las bandadas
y blanca nieve llega a la cadera.

La escarcha ha cortado los caminos
rodeando artera el menhir de Colt
la tempestad se atrinchera por todos lados
y nadie dice nada sino “Frío”.
***
Mar de peces

Mira lejos
al nordeste
el mar maravilloso
Pletórico de peces:
hogar de las focas
agitado, brillante,
la marea ha alcanzado
Su plenitud

Poema irlandés del siglo IX
***
Conaing

Las grandes olas pálidas de la mar
han cubierto la orilla;
se han combinado contra Conaing
en su pequeña barca de mimbre.

La mujer ha meneado su blanca melena
contra la barca de Conaing;
torcidamente ha sonreido
hoy ante el árbol de Tortu.

Entrada para el año 1621 en los Anales del Ulster.
***
Máel Odran

El grano que muele el molino
no es avena sino trigo rojo;
de las ramas del gran árbol era
la molienda de Máel Odran.

Entrada para el año 1650 en los Anales del Ulster
***
Versiones de Antonio Rivero Taravillo. Poemas tomados del libro Antiguos poemas irlandeses, Gredos.
Tomados del blog elestablodepegaso.blogspot.com.ar

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char