viernes, 2 de mayo de 2014

No, no podía ser de otro modo

EMILIO MATEI

(s/d)

Subjetiva 1

Cuando era adolescente
y amaba a una mujer
como aman a una mujer los adolescentes,
con sorpresa
con desesperación
con la música adecuada,
sentía que ella sabía
tenía que saber
era imposible que no supiera
que la quería.

No podía ser de otro modo
si yo sentía eso tan fuerte
tan completo
dentro de mí,
algo tenía que comunicarse.
No, no podía ser de otro modo.
Eso que ya sabía que se llamaba amor
tan fuerte
tan claro.

Ahora
en la mesa de torturas
el torturador tendría que entender
mi dolor
tan profundo
tan total
y detenerse.

Pero
desgracia de las desgracias,
hace mucho que sé
que lo que siento en mis sentimientos
en mi interior
se queda ahí.
Privado
Desolado
Si no encuentro las palabras adecuadas.
**
El jugador

Por qué sigue jugando
si sabe
que
más tarde o más temprano
va a perder.

Acaso usted no vive
sabiendo que va a morir.
**

Junín entre Córdoba y Viamonte.
Llueve.
Paso frente a la morgue
caminando.
La morgue en París
el Institut médico-légal
está a la vera del Pont D’Austerlitz.
Frente al Sena.
Allí también llueve.
En una cabina de teléfonos
se refugia un joven
auriculares en las orejas
mirada perdida.
Un grupo de africanos
en ropa occidental
canta una canción funeraria
y casi baila.
La negra petisa y gorda
lleva el ritmo con una campanita.
Yo estoy vivo
nada me duele.
No me mojo
debajo de la campera.
Qué felicidad.
**
Tomados de su facebook.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char