sábado, 21 de junio de 2014

Pero el alma de palabras vacante, y este cuerpo sombrío

Francisco Bores
STÉPHANE MALLARMÉ
(París, Francia, 1842-ibídem, 1898) 


La siesta de un fauno
(Égloga)

El Fauno:
Estas ninfas quisiera perpetuar.
                                                   Que palpite
su granate ligero, y en el aire dormite
en sopor apretado.
                              ¿Quizás un sueño amaba?
Mi duda, en oprimida noche remota, acaba
en más de una sutil rama que bien sería
los bosques mismos, al probar que me ofrecía
como triunfo la falta ideal de las rosas.
Reflexionemos...
                                 ¡Si las mujeres que glosas
un deseo figuran de tus locos sentidos!
Se escapa la ilusión de los ojos dormidos
y azules, cual llorosa fuente, de la más casta;
¡mas, la otra, en suspiros, dices tú que contrasta
como brisa del día cálido en tu toisón!
¡Que no! que por la inmóvil y lasa desazón
-el sol con la frescura matinal en reyerta-
no murmura agua que mi flauta no revierta
al otero de acordes rociado; sólo el viento
fuera de los dos tubos pronto a exhalar su aliento
en árida llovizna derrame su conjuro;
es, en la línea tersa del horizonte puro,
el hálito visible y artificial, el vuelo
con que la inspiración ha conquistado el cielo.

Sicilianas orillas de charca soporosa
que al rencor de los soles mi vanidad acosa,
tácita bajo flores de centellas, DECID:
                     
                      "Que yo cortaba juncos vencidos en la lid
                      "por el Talento; al oro glauco de las lejanas
                      "verduras consagrando su viña a las fontanas,
                      "ondea una blancura animal en la siesta;
                      "y que al preludio lento de que nace la fiesta,
                      "vuelo de cisnes, ¡No! de náyades, se esquive "
                      "o se Sumerja...

                                             Fosca, la hora inerte avive
sin decir de qué modo sutil recogerá
húmenes anhelados por el que busca el LA:
me erguiré firme entonces al inicial fervor,
recto, bajo oleadas antiguas de fulgor,
¡Lis! uno de vosotros para la ingenuidad.

Sólo esta nada dócil, oh labios, propalad,
beso que suavemente perfidias asegura.
Mi pecho, virgen antes, muestra una mordedura
misteriosa, legado de algún augusto diente;
¡Y basta! arcano tal buscó por confidente
junco gemelo y vasto que al sol da su tonada
que, desviando de sí mejilla conturbada,
sueña, en un solo lento, tramar en ocasiones
la belleza en redor, quizá por confusiones
falsas entre ella misma y nuestra nota pura;
y de lograr, tan alto como el amor fulgura,
desvanecer del sueño sólito de costado
o dorso puro, por mi vista ciega espiado,
una línea vana, monótona y sonora.

¡Quiere, pues, instrumento de fugas, turbadora
siringa, florecer en el lago en que aguardas!
Yo, en mi canto engreído, diré fábulas tardas
de las diosas; y por idólatras pinturas,
a su sombra hurtaré todavía cinturas:
así cuando a las vides la claridad exprimo,
por desechar la pena que me conturba, mimo
risas, alzo el racimo ya exhausto, al sol, y siento
cuando a las luminosas pieles filtro mi aliento,
mirando a su trasluz un ávida embriaguez.

Oh ninfas, los RECUERDOS unamos otra vez.

                    "Mis ojos, tras los juncos, hendían cada cuello
                    "inmortal, que en las ondas hundía su destello
                    "y un airado clamor al cielo desataba;
                    "y el espléndido baño de cabellos volaba
                    "entre temblor y claridad, ¡oh pedrería!
                    "corro; cuando a mis pies alternan (se diría
                    "por ser dos, degustando, langorosas, el mal)
                    "dormidas sólo en medio de un abrazo fatal:
                    "las sorprendo, sin desenlazarlas, y listo
                    "vuelo al macizo, de fútil sombra malquisto,
                    "de rosas que desecan al sol todo perfume,
                    "en que, como la tarde, nuestra lid se resume."

¡Yo te adoro, coraje de vírgenes, oh gala
feroz del sacro fardo desnudo que resbala
por huír de mi labio fogoso, y como un rayo
zozobra! De la carne misterioso desmayo;
de los pies de la cruel al alma de la buena
que abandona a la vez una inocencia, llena
de loco llanto y menos atristados vapores.

                       "Mi crimen es haber, tras de humillar temores
                       "traidores, desatado el intrincado nido
                       "de besos que los dioses guardaban escondido;
                       "pues, yendo apenas a ocultar ardiente risa
                       "tras los pliegues felices de una sola (sumisa
                       "guardando para que su candidez liviana
                       "se tiñera a la fiel emoción de su hermana
                       "la pequeñuela, ingenua, sin saber de rubor);
                       "ya de mis brazos muertos por incierto temblor,
                       "esta presa, por siempre ingrata, se redime
                       "sin piedad del sollozo de que embriagado vime".

¡Peor! me arrastrarán otras hacia la vida
por la trenza a los cuernos de mi frente ceñida;
tú sabes, mi pasión, que, púrpura y madura,
toda granada brota y de abejas murmura;
y nuestra sangre loca por quien asirla quiere,
fluye por el enjambre del amor que no muere.
Cuando el bosque de oro y cenizas se tiña,
una fiesta se exalta en la muriente viña:
¡Etna! En medio de ti, de Venus alegrado,
en tu lava imprimiendo su coturno sagrado,
si un sueño triste se oye, si su fulgor se calma,
¡tengo la reina!

                            Oh cierto castigo...

                                                          Pero el alma
de palabras vacante, y este cuerpo sombrío
tarde sucumben al silencio del estío:
sin más, fuerza es dormir, lejano del rencor,
sobre la arena sitibunda, a mi sabor,
¡la boca abierta al astro de vinos eficaces!

¡Oh par, abur! La sombra miro en que te deshaces.

Versión de Otto de Greiff
**
“Amo apasionadamente la música, y porque la amo trato de liberarla de tradiciones estériles que la asfixian, ¡Es un arte libre borboteante, un arte del aire libre, un arte ilimitado como los elementos, el viento, el cielo, el mar!, Jamás debe ser encerrado y convertirse en un arte académico."
Claude Debussy
*
"Esta música prolonga la emoción de mi poema y lo adorna mas apasionadamente que el mismo color."
S. Mallarmé
 **
OTRA VERSIÓN
S/D

EL FAUNO

¡Estas ninfas quisiera perpetuarlas!
                                               Tan claro,
su ligero encarnado, que en el aire revuela
abatido de espeso letargo.
                                     ¿Amaba un sueño?
Montón de antigua noche, mi duda ha terminado
en mucha rama tenue que, habitando las mismas
florestas, prueba, ¡ay!, que sólo me ofrecía
como triunfo la falta ideal de las rosas.
Reflexionemos...
                                     Si las mujeres que glosas
un anhelar semejan de tus sentido pródigos,
la ilusión, fauno, escapa de los ojos azules
y fríos, tan llorosa fuente de la más casta:
mas la otra, en suspiros, ¿dices tú que contrasta
como brisa del día cálida en tu toisón?
¡Qué no! por el inmóvil y cansado desmayo
de calor sofocando la matinal frescura,
no murmura agua alguna que no vierta mi flauta
al otero rociado de acordes; sólo el aire
pronto a exhalarse fuera de los dos tubos, antes
que disperse el sonido en infecunda lluvia,
es, en el horizonte de línea perfecta,
el invisible y sereno aliento artificial
de toda inspiración que hasta el cielo retorna.
Oh ribas sicilianas de un sereno pantano
que en lucha con los soles mi vanidad despoja,
tácitas bajo flores de centellas, DECID

                  Que yo cortaba aquí huecos juncos domados
                  por el talento; y sobre el oro de los sotos
                  lejanos, consagrando su viña a las fontanas,
                  ondula una blancura animal en reposo:
                  y que, al preludio lento donde nacen las flautas,
                  vuelo de cisnes, ¡no!, de náyades se escapa
                  o hunde...

                          Inerte, todo arde en la hora encendida,
sin decir por cual arte en conjuro partieron
tanto ansiados hímenes por la que busca el LA:
me levantaré, ¡lirios!, al naciente fervor,
recto y solo, bajo hondas antiguas de fulgor,
seré uno de vosotros para la ingenuidad.

Sólo esta nada dulce por su labio anunciada,
el beso, calladamente, perfidias asegura,
mi pecho virginal muestra una mordedura
misteriosa, legado de algún augusto diente;
¡ya basta! arcano tal optó por confidente,
junco basto y gemelo bajo el azul sonando:
que, desviando hacia sí la turbada mejilla,
sueña, en un solo largo, que nosotros gozamos
la belleza en redor llena de confusiones
falsas entre sí mismas y nuestro canto crédulo

y de lograr, tan alto como amor se modula,
desvanecer del sueño ordinario de flanco
o dorso puro, ciega mi vista que los sigue,
una sonora, vana y monótona línea.

¡Quieres, pues, instrumento de fugas, oh maligna
siringa, florecer en el lago aguardándome!
Con mi rumor altivo quiero hablar largo tiempo
de las diosas; y, por idólatras pinturas,
despojar todavía cinturas a su sombra:
así, cuando a las vides la claridad succiono,
desterrando un dolor por la mentira aislado,
alzo, riente, el exhausto racimo al cielo estibo
y soplando en sus pieles brillantes, de embriaguez
ávido, hasta el ocaso yo miro a su trasluz.

Oh ninfas, rebasemos los múltiples RECUERDOS.

                  "Mis ojos, horadando los juncos, asestaban
                  cada talle inmortal que hunde fuego en las ondas
                  con un grito de rabia al cielo de la fronda;
                  y el espléndido baño de cabellos huía
                  en estremecimiento y brillos, ¡pedrerías!
                  Corro; cuando a mis pies se enredan (afligidas
                  de languidez gustada en el mal de ser dos)
                  entre sus solos brazos las durmientes casuales
                  yo, sin desenlazarlas, las arrebato y hurto,
                  odiado por la frívola sombra, hasta el macizo
                  de rosas que desecan todo perfume al sol
                  donde nuestro ardor sea como el día extinguido".

¡Yo te adoro, enfado de vírgenes, delicia
feroz del sacro cuerpo desnudo que resbala
y huye a mi ardiente labio en destello agitado!
el espanto secreto que brota de la carne:
de los pies de la cruel al pecho de la tímida,
que abandona a la vez una inocencia, húmeda
de loco llanto o menos afligidos vapores.

                  "Mi crimen es haber, feliz de vencer miedos
                  traidores, separado intrincados cabellos
                  de besos que los dioses guardaban confundidos,
                  pues iba apenas para velas ardiente risa
                  tras los pliegues felices de una sola (guardando
                  con dedo simple para que su candor de pluma
                  se tiñera del gozo de su hermana que enciéndese,
                  la pequeña, cándida y sin ruborizarse:)
                  que de mis brazos rotos por las muertes inciertas
                  como una presa siempre ingrata se libera
                  sin piedad del sollozo del que aún ebrio estaba".

¡Tanto peor! la dicha de otras me arrastrará
por su trenza a los cuernos de mi frente sujeta:
tú sabes, pasión mía, que, púrpura madura,
cada granada estalla con murmullo de abejas,
y nuestra sangre, amando a quien viene a cogerla,
fluye por el eterno enjambre del deseo.
A la hora en que el bosque muere en oro y cenizas,
una fiesta se exalta en muriente follaje:
¡Etna! es en tu redor, visitado por Venus,
en tu lava posando sus talones ingenuos,
cuando retumba un sueño donde expira la llama.
¡Tengo la reina!

                  ¡Oh, cierto castigo...!
                                               Mas el alma,
de palabras vacante y este cuerpo aturdido,
sucumben a la fiera calma del mediodía;
sin más, fuerza es dormir en el blasfemo olvido,
en la sedienta arena yaciendo, ¡pues me place
abrir la boca al astro eficaz de los vinos!
Adiós, oh par; veré la sombra en que os volvéis.
***
Le Faune:

Ces nymphes, je les veux perpétuer. 
Si clair,
Leur incarnat léger, qu'il voltige dans l'air
Assoupi de sommeils touffus.

Aimai-je un rêve ?
Mon doute, amas de nuit ancienne, s'achève
En maint rameau subtil, qui, demeuré les vrais
Bois mêmes, prouve, hélas ! que bien seul je m'offrais
Pour triomphe la faute idéale de roses.

Réfléchissons...
ou si les femmes dont tu gloses
Figurent un souhait de tes sens fabuleux !
Faune, l'illusion s'échappe des yeux bleus
Et froids, comme une source en pleurs, de la plus chaste :
Mais, l'autre tout soupirs, dis-tu qu'elle contraste
Comme brise du jour chaude dans ta toison ?
Que non ! par l'immobile et lasse pâmoison
Suffoquant de chaleurs le matin frais s'il lutte,
Ne murmure point d'eau que ne verse ma flûte
Au bosquet arrosé d'accords ; et le seul vent
Hors des deux tuyaux prompt à s'exhaler avant
Qu'il disperse le son dans une pluie aride,
C'est, à l'horizon pas remué d'une ride
Le visible et serein souffle artificiel
De l'inspiration, qui regagne le ciel.

O bords siciliens d'un calme marécage
Qu'à l'envi de soleils ma vanité saccage
Tacite sous les fleurs d'étincelles, Contez
« Que je coupais ici les creux roseaux domptés
« Par le talent ; quand, sur l'or glauque de lointaines
« Verdures dédiant leur vigne à des fontaines,
« Ondoie une blancheur animale au repos :
« Et qu'au prélude lent où naissent les pipeaux
« Ce vol de cygnes, non ! de naïades se sauve
« Ou plonge... »

Inerte, tout brûle dans l'heure fauve
Sans marquer par quel art ensemble détala
Trop d'hymen souhaité de qui cherche le la :
Alors m'éveillerai-je à la ferveur première,
Droit et seul, sous un flot antique de lumière,
Lys ! et l'un de vous tous pour l'ingénuité.

Autre que ce doux rien par leur lèvre ébruité,
Le baiser, qui tout bas des perfides assure,
Mon sein, vierge de preuve, atteste une morsure
Mystérieuse, due à quelque auguste dent ;
Mais, bast ! arcane tel élut pour confident
Le jonc vaste et jumeau dont sous l'azur on joue :
Qui, détournant à soi le trouble de la joue,
Rêve, dans un solo long, que nous amusions
La beauté d'alentour par des confusions
Fausses entre elle-même et notre chant crédule ;
Et de faire aussi haut que l'amour se module
Évanouir du songe ordinaire de dos
Ou de flanc pur suivis avec mes regards clos,
Une sonore, vaine et monotone ligne.

Tâche donc, instrument des fuites, ô maligne
Syrinx, de refleurir aux lacs où tu m'attends !
Moi, de ma rumeur fier, je vais parler longtemps
Des déesses ; et par d'idolâtres peintures
A leur ombre enlever encore des ceintures :
Ainsi, quand des raisins j'ai sucé la clarté,
Pour bannir un regret par ma feinte écarté,
Rieur, j'élève au ciel d'été la grappe vide
Et, soufflant dans ses peaux lumineuses, avide
D'ivresse, jusqu'au soir je regarde au travers.

O nymphes, regonflons des souvenirs divers.
« Mon œil, trouant le joncs, dardait chaque encolure
« Immortelle, qui noie en l'onde sa brûlure
« Avec un cri de rage au ciel de la forêt ;
« Et le splendide bain de cheveux disparaît
« Dans les clartés et les frissons, ô pierreries !
« J'accours ; quand, à mes pieds, s'entrejoignent (meurtries
« De la langueur goûtée à ce mal d'être deux)
« Des dormeuses parmi leurs seuls bras hasardeux ;
« Je les ravis, sans les désenlacer, et vole
« A ce massif, haï par l'ombrage frivole,
« De roses tarissant tout parfum au soleil,
« Où notre ébat au jour consumé soit pareil. »
Je t'adore, courroux des vierges, ô délice
Farouche du sacré fardeau nu qui se glisse
Pour fuir ma lèvre en feu buvant, comme un éclair
Tressaille ! la frayeur secrète de la chair :
Des pieds de l'inhumaine au cœur de la timide
Qui délaisse à la fois une innocence, humide
De larmes folles ou de moins tristes vapeurs.
« Mon crime, c'est d'avoir, gai de vaincre ces peurs
« Traîtresses, divisé la touffe échevelée
« De baisers que les dieux gardaient si bien mêlée :
« Car, à peine j'allais cacher un rire ardent
« Sous les replis heureux d'une seule (gardant
« Par un doigt simple, afin que sa candeur de plume
« Se teignît à l'émoi de sa sœur qui s'allume,
« La petite, naïve et ne rougissant pas : )
« Que de mes bras, défaits par de vagues trépas,
« Cette proie, à jamais ingrate se délivre
« Sans pitié du sanglot dont j'étais encore ivre. »

Tant pis ! vers le bonheur d'autres m'entraîneront
Par leur tresse nouée aux cornes de mon front :
Tu sais, ma passion, que, pourpre et déjà mûre,
Chaque grenade éclate et d'abeilles murmure ;
Et notre sang, épris de qui le va saisir,
Coule pour tout l'essaim éternel du désir.
A l'heure où ce bois d'or et de cendres se teinte
Une fête s'exalte en la feuillée éteinte :
Etna ! c'est parmi toi visité de Vénus
Sur ta lave posant tes talons ingénus,
Quand tonne une somme triste ou s'épuise la flamme.
Je tiens la reine !

O sûr châtiment... 
Non, mais l'âme
De paroles vacante et ce corps alourdi
Tard succombent au fier silence de midi :
Sans plus il faut dormir en l'oubli du blasphème,
Sur le sable altéré gisant et comme j'aime
Ouvrir ma bouche à l'astre efficace des vins !
Couple, adieu ; je vais voir l'ombre que tu devins.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char