(Eresos, isla de Lesbos, 650 a.C.)
Me parece el igual de un dios, el hombre
que frente a ti se sienta, y tan de cerca
te escucha absorto hablarte con dulzura
y reírte con amor.
Eso, no miento, no, me sobresalta
dentro del pecho el corazón; pues
te miro un solo instante, ya no puedo
decir ni una palabra,
la lengua se me hiela, y un sutil
fuego no tarda en recorrer mi piel,
mis ojos no ven nada, y el oído
me zumba, y un sudor
frío me cubre, y un temblor me agita
todo el cuerpo, y estoy, más que la hierba,
pálida, y siento que me falta poco
para quedarme muerta.
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Ἔρος δ’ ἐτίναξέ μοι
φρένας ὠς ἄνεμος κὰτ’ ὄρος δρύσιν ἐμπέτων.
Eros me sacudió el alma
como un viento que en monte sobre los árboles cae.
(Traducción: Juan Ferraté, de Los líricos griegos)
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Un epigrama
Estas son las cenizas de Timade. Muertas antes de la boda, fue a parar al oscuro tálamo de Perséfone. Y una vez que ella pereció, con un acero recién afilado, todas sus compañeras colocaron aquí como ofrenda la graciosa cabellera de sus cabezas.
VIII
Morirás, bella joven;
ni servirá ser bella,
ni quedará memoria
de ti sobre la tierra,
porque las frescas rosas
no has gozado de Pieria:
y así desconocida
irás a las cavernas
del horroroso Dite,
ni será quien te vea
cuando en las vanas sombras
des fugitivas vueltas.
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ni servirá ser bella,
ni quedará memoria
de ti sobre la tierra,
porque las frescas rosas
no has gozado de Pieria:
y así desconocida
irás a las cavernas
del horroroso Dite,
ni será quien te vea
cuando en las vanas sombras
des fugitivas vueltas.
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¡Habla, lira divina, y de cantar no dejes…!
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Fragmento
Afrodita de policromo trono
hija de Zeus, urdidora de engaños, te lo ruego,
no me oprimas con penas ni con sufrimientos.
Señora, el ánimo.
Ven aquí si algún día también en otro tiempo
escuchando de lejos mi palabra
me atendiste, y dejando la casa de tu padre
dorada, te presentaste
luego de uncir tu carro. Lindos gorriones
te llevaban veloces sobre la oscura tierra
agitando las alas, desde el cielo, incesantes, por el
centro del éter
y al instante llegaron. Y tú, la Felicísima,
rompiste a sonreír con tu rostro inmortal y preguntabas
qué me pasaba entonces y por qué entonces
yo te llamaba,
y qué quería más que otra cosa, que sucediera
con alma loca. <<¿A quién deseas que yo persuada
que te conduzca a su amor de nuevo? ¿Quién es, oh Safo,
la que te agravia?
Que si te huye, no tardará en seguirte;
si tus dones no acepta, ella te los dará;
si no te ama, no tardará en amarte
mal que le pese?>>
Ven hoy también a mí y libérame
de los duros pesares, y lo que quiere mi alma
que llegue a término, cúmplemelo, y tú en persona
sé mi aliada.
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Fragmento
Afrodita de policromo trono
hija de Zeus, urdidora de engaños, te lo ruego,
no me oprimas con penas ni con sufrimientos.
Señora, el ánimo.
Ven aquí si algún día también en otro tiempo
escuchando de lejos mi palabra
me atendiste, y dejando la casa de tu padre
dorada, te presentaste
luego de uncir tu carro. Lindos gorriones
te llevaban veloces sobre la oscura tierra
agitando las alas, desde el cielo, incesantes, por el
centro del éter
y al instante llegaron. Y tú, la Felicísima,
rompiste a sonreír con tu rostro inmortal y preguntabas
qué me pasaba entonces y por qué entonces
yo te llamaba,
y qué quería más que otra cosa, que sucediera
con alma loca. <<¿A quién deseas que yo persuada
que te conduzca a su amor de nuevo? ¿Quién es, oh Safo,
la que te agravia?
Que si te huye, no tardará en seguirte;
si tus dones no acepta, ella te los dará;
si no te ama, no tardará en amarte
mal que le pese?>>
Ven hoy también a mí y libérame
de los duros pesares, y lo que quiere mi alma
que llegue a término, cúmplemelo, y tú en persona
sé mi aliada.
1 comentario:
De un modesto poeta y lector: EXCELENTE!
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