lunes, 15 de septiembre de 2014

Un grillo haciendo sonar sus alas

MACKY CORBALÁN

(Cutral Có, Neuquén, 1963-2014)
In Memoriam


Voy a decirte lo que vi:
sobre la noche cayó el silencio
y cubrió los rostros dormidos,
mientras los perros aullaban
de clarividencia y frío, sumando
al sueño otro sueño.
Recorrí las calles y una luz blanca
desde el cielo lo alumbraba todo,
todo lo volvía visible: las delgadas siluetas
de los árboles tocándose en las sombras;
pasos apagándose de pronto en las esquinas; y
los duros hombros de las casas, unos contra
otros apoyados, dándose ánimo.
Sólo el miedo daba al sonido de mis pasos, eco.
El vacío del mundo.
Un grillo haciendo sonar sus alas.
Los brotes nuevos, bajo tierra, tocando
la música más maravillosa
que yo hubiera oído.
**
Notas poéticas

No siempre es un hecho, o nunca
lo es: una atmósfera que descarga
su peso muerto sobre lo que camina,
o respira o intenta hacer ambos.
Pensar es ya un acto. ¿Entenderían
esto que digo los que pasan riéndose
por la calle? Escupen una mucosidad
grumosa de desesperanza, mientras
avanzan detenidos.

Ella dijo algo sobre el cuerpo
pero no puedo recordarlo.

El alma se atardece con el día, aunque
supera el rumor creciente de cogollos
y chicharras con su runrún de frustraciones
vociferantes. Y es que cada amanecer tiene
su propósito, que se desdibuja con el andar
cansino del día, con su arrastrar metálico
para llegar a la noche ya sin memoria, sólo
ese regusto, esa oscura y velozmente
desaparecida intuición de incompletud.

Ella dijo algo sobre el cuerpo
pero no puedo recordarlo.

Se rehoga a diario la lengua contra
el aceite hirviendo del lenguaje, un oleoso
incendio de vejez anticipada. Palabra que
escribe, cae en desuso antes de pronunciarla.
Hay una carcajada loca acompañando
todo intento. No sabe si es ella o lenguaje
quien ríe, aunque sospecha que por la
amargura que le supone el acto, no es
suya esa sonoridad alterada. Otra vez, la
carcajada y el abismo entre el principio
y el fin. Ojalá hubieran puentes de una
sola orilla, eso sería, para ella, poesía.

Y algo del cuerpo le fue dicho, algo
de su consumación, de su ausencia,
de su desaparición, pero
no puede recordarlo.
**
La danza

1
Una danza el amor, en la que cambia
la coreografía a cada paso. No hay certezas
con los años, las figuras se aprenden
en la práctica, aunque nunca han variado.
No es preciso entender, solo copiar
la regularidad de su dibujo, hacer
lo que todos: mantenerse en movimiento.

2
Y la música. Se escucha y no,
como cuando se dice sí,
con la cabeza y con furia se piensa
otra cosa. Y sentimos el asesinato
escocer los dedos.

3
A veces, la danza se interrumpe. Puede
hacerlo un instante o más, pero siempre
parecerá una vida.
***
ENTREVISTA
(Fuente: confinesdigital.com)

"Poesía es mi madama”

Macky Corbalán (Cutral Có, Neuquén, 1963) es una de las poetas argentinas más destacadas de su generación. Autora de una obra rigurosa, de intensa experiencia con el lenguaje, se destaca por su impecable escritura, delicada y feroz, pero también por su compromiso político y ético. Activista en grupos de lesbianas feministas, ha formado parte de las movidas que transformaron radicalmente la escena cultural de Neuquén y Río Negro, en especial complicidad con Raúl Mansilla. “Mi idea de la poesía, que no predico ni enseño, es que es una marca de intensidad en el lenguaje; como el verde de la planta en el paisaje. Es una forma de transformar el mundo, pero no una forma cualquiera, para mí es la forma, porque se centra en la cuestión del lenguaje. El lenguaje no nos hace humanos, sino el afán por el lenguaje”, asegura; y destaca que “Agua y fuego es el significado de Cutral Có en mapuche, elementos que, irreductibles en su contradicción fundante, crían a sus hij@s en la contención abrasadora de la vehemencia y el desenfreno. Poesía es mi madama, lo central de mi bio, el resto: anécdotas mínimas, afanes exiguos del vivir”. Esta entrevista para Confines – El Extremo Sur fue realizada a fines de abril, cuando Corbalán asistió en Comodoro Rivadavia a la presentación del número 8 de la plaqueta de poesía Peces del desierto.
Por Luciana Mellado, Mónica Baeza y Jorge Maldonado ◄

En tus libros y lecturas se traman y tensan muchas imágenes sobre la poesía en general y tu práctica poética en particular. ¿Podrías desarrollar tu perspectiva sobre este punto y contarnos hacia dónde creés que se dirige tu poesía, qué camino elige?
Creo –con una heterodoxa fe personal, que no busca evangelizar– en una poesía del momento, conjugada en un continuo presente. No tengo aspiraciones, no tengo objetivos ni finalidad con la poesía. Poesía es sinónimo de vida, de vida en el lenguaje; marca de intensidad suprema en el lenguaje, alejándolo de su ser primero: lenguaje del poder. Durante mucho tiempo pensé que era un arte separado de mí, y un arte en que privilegiaba la mirada. Concebía el poema como una manera de mirar el mundo y de situarse en él; aprendía de esa mirada. Después, a medida que fui creciendo en lucidez, me di cuenta de que no había diferencia entre respirar, comer, nutrirme, dormir y la poesía. Es entonces un arte orgánico, parte de mi organismo como entidad global y de todos sus aparatos.

 ¿Cómo fue evolucionando tu  práctica de la poesía a lo largo del tiempo, y tu manera de vivir junto con eso?
No hay ninguna decisión de mi vida que no pase por la poesía. Ella decide y, de alguna manera, me lo hace saber. Cuento una anécdota a manera de ejemplo. Tiempo atrás, estuve un par de años sin trabajo, pasándola muy mal –mi edad coincide con la generación que sufrió la flexibilización laboral de Menem, caí justo en esa época aciaga–. Trabajaba en diarios y me despidieron.  Entonces, hice de todo: vendí libros por las calles, cobraba cuotas de los planes de autos, atendía en una panadería medio tiempo. Cuando estaba en esa panadería trabajando, empecé a escribir cartas de solicitud laboral con muchos destinos y me enteré de que había una posibilidad de rendir en el Poder Judicial. En Neuquén, los judiciales tienen sueldos mayores que el resto de la Administración pública. Tenía mi título de trabajadora social y me presenté junto a un centenar de personas. Rendí una serie de pruebas y me fue muy bien, aunque yo tenía mis dudas. Finalmente gané uno de los puestos concursados; recuerdo que después estuve todo un mes huyéndole al oficial de justicia que me iba a notificar del trabajo. En todo ese tiempo me empezó a acosar la idea de que si ingresaba en una estructura tan cerrada, eso iba a afectar mi poesía. Yo no tenía un trabajo fijo, no tenía obra social, no tenía nada, hasta que un día me mandaron con un policía la notificación, y me notifiqué que no, que no lo iba a aceptar. Hoy en día estaría ganando un sueldo muy bueno, pero estoy segura de que yo no sería la misma si hubiera aceptado ese trabajo. Y esa decisión la toma la poesía, no yo.

¿Todas las decisiones vitales de tu vida han estado marcadas de esa manera?
Tengo la sensación de que la Poesía me guía a través de los textos. Como ciega, necia y sorda no me puede decir directamente: “ey, necesito de vos esto”, entonces te lo indica a través de los textos. Es en ese momento en que me doy cuenta, conscientemente, que llego a un límite, que necesito averiguar más sobre determinados temas. Esa búsqueda y reflexión me van cambiando, me van modelando, entonces, por ejemplo, me enloquezco hasta que leo todo Blanchot,  o Celan, o Nelly Sachs. Después, puede suceder que creo sentir que la Poesía me pide escribir versos cortos, con mayor carga de imágenes… y así. Todo a través de la lectura, la poesía y la práctica.

Además de tu práctica de escritura como hecho vital y central en tu vida, ¿en qué otras militancias sentís que te has comprometido a fondo junto con la poesía?
El mismo impulso me llevó a formar parte de un grupo de lesbianas feministas, como fue Fugitivas del desierto (hppt://lesbianasfugitivas.blogspot.com). En Fugitivas estaba fuertemente la poesía metida junto con la praxis política de acciones callejeras y de búsqueda de mayor libertad en la vida. Lo que hace poesía en mi vida en ese movimiento siempre indicando el camino de la liberación. 
En general, mi idea de la poesía, que no predico ni enseño, es que es una marca de intensidad en el lenguaje; como el verde de la planta en el paisaje. Es una forma de transformar el mundo, pero no una forma cualquiera, para mí es la forma, porque se centra en la cuestión del lenguaje. El lenguaje no nos hace humanos, sino el afán por el lenguaje.
La Poesía es un centro irradiador de intensidad único, de intensidad expresiva. Hasta llego a pensar que por la Poesía podría prescindir del lenguaje tal como lo conocemo. Poesía, veo su historia y es siempre una historia alejada del poder, y no sólo eso sino sobre todo en contra, encarnizada contra el poder, contra el Orden instaurado por el lenguaje. Y sigo viendo con mucha fascinación y contento, que sigue siendo así. Me parece que todas y todos los poetas de alguna forma oscura y muy confusa entrevemos que nos sigue dirigiendo la vida, con visiones, con imágenes, con epifanías, con música, pero nos sigue impulsando hacia un abismo dichoso. Acaso el súmmun expresivo sea la iluminación, el tránsito de una cosa a otra.

La poesía, tal como la describís, irreductible a ser sólo un modo de escribir, un género o un mecanismo discursivo, encarna una pulsión vital que reafirma la diferencia entre el literato y el poeta, y complejiza el vínculo con el lenguaje. Pensar la poesía en estos términos te empuja a pensar adónde, desde dónde, hasta dónde llega. Cuáles son, si existen, sus fronteras.
La diferencia entre el literato y el poeta está en vivir o no la pulsión vital. Si no te entregás sos un literato, no hay pulsión vital. Hay simulacro. Es como dice Meschonnic (Henri): para él la literatura es eso que asimila lenguaje y vida. Vibración vital es la poesía. 
Me interesa esto del antes y del después, no creo que existan en poesía estas categorías, pero si yo tuviera que inventar algo para acercarme a lo que pienso, sería decir que la Poesía opera en un exterior del lenguaje y desde ahí, como una guerrillera, una terrorista, ataca lo que tiene de hueco, de simulacro, de representación, una y otra vez. No soy yo la que habla a través de la poesía, soy hablada por ella. Decir que la Poesía me habla, es decir, la Poesía me vive.

 ¿Hay alguna significación real para la poesía de las fronteras, los límites geográficos?
Con respecto a las fronteras, no creo en ellas. No creo en los límites geográficos, no creo en ningún tipo de límites. Creo que hay límites que se respetan por una cuestión de supervivencia y sobre todo de costumbre pero no creo en las entelequias del poder. La poesía va a usar todos los disfraces que necesite para seguir operando desde lo subterráneo para socavar el poder. Nelly Richard, teórica chilena, en un encuentro de feministas habla de “un conjunto de intensidades”,  me gusta esa expresión para la poesía, poesía como un conjunto de intensidades, de prácticas, pero una intensidad no para seguir con un estado de cosas sino para implosionarlo, para hacerlo estallar. Veintiún siglos y seguimos sin tener en claro que es poesía, no se la puede agarrar, es imposible atraparla, circunscribirla, cada cual tiene su opinión, su práctica, la vive o no. Lo único que sé es que a diario me despierto dichosa porque me siento bendecida de que la poesía esté en mi vida.

 Señalaste la necesidad de construir la crítica como única posibilidad  de trazar puentes de memoria, vincular las prácticas poéticas y culturales entre generaciones. Sobre este espacio de las continuidades, del conocimiento en común y los proyectos grupales se funda una cartografía regional que nos une, pero que no siempre conocemos. ¿Es posible trazar un mapa de tus propias experiencias en lo que podríamos llamar campo cultural o literario de la Patagonia Norte, o más concretamente en Neuquén, durante las últimas décadas?
 Hago memoria. Cuando  llegué desde Cutral Có a Neuquén capital para estudiar era un imperativo social ir a estudiar a la Universidad, si es que eras de clase media. Elegí la carrera de Contador Público, pero siempre fui una apasionada lectora. No sé de dónde viene esta pulsión, puede haber construcciones culturales y familiares que te lleven a eso. En mi familia siempre se leyó, pero otro tipo de literatura, se leían más revistas, por ejemplo. Yo iba con mis cuadernitos y algunos libros seleccionados de los que me compraban mi papá y mamá por correo (antologías, colecciones del Centro Editor de América Latina, Losada, etc.). Yo les pedía poesía, estaba desesperada por poesía, no me pregunten por qué, porque podría haber derivado para cualquier lado. Llego con un bagaje chiquitito a Neuquén. Entonces, una de mis amigas del departamento que alquilábamos entre seis, se pone de novia con Raúl Mansilla, el poeta. Conocernos fue pegar onda instantánea, y la generosidad legendaria de Raúl ahí se puso en movimiento: me trajo libros y libros, me hizo música, todo tipo de materiales, me empezó a presentar a otros/as poetas. Estamos hablando de mediados de los 80.

 ¿Cómo era esa época en Neuquén, y cómo incidió en ustedes la transición política y cultural de la dictadura a la democracia?
Estar cerca de Coirón me abrió a un mundo nuevo. Salieron pocos números de la revista, pero era una actividad que no estaba separada de la práctica en la calle, de enlazar práctica poética y política. Cada vez que hubo una pulsión por juntarse entre los poetas, siempre tuvo que ver con leer ciertas atmósferas políticas que van encarnando en esos proyectos. Entonces, acompaño el proceso de la última Coirón, donde estaban Raúl Palma Moreno, Brion, Sarachu, Mercedes Rolla, Clara Vouillat, Nélida Vescovi, María Elena Lastra, entre otros. Terminada esa etapa, más cerca de los 90, formamos Poesía en trámite. Empezamos a dar talleres, con Mansilla, en un centro cultural que se llamaba Simón Bolívar, donde se hacía arte político, música, peñas, toda esa onda acorde con la recuperación de la democracia. Se forma Poesía en trámite, grupo con que el que hicimos un montón de lecturas, performances callejeras, espectáculos. Éramos más de veinte: Gabriela Prado, Mariela Lupi, Ángela Jerez, Gerardo Burton, Osvaldo Salas, Ricardo Costa, Raúl, yo, Aldo Novelli, etc.

 Ahí comienza entonces una etapa más profundamente política y de poner el cuerpo en la calle.
La consigna de Poesía en trámite era el arte en la calle y los recitales de poesía, leer mucha poesía. Siempre hacíamos puestas más teatrales, escenográficas, buscando que la lectura fuera un hecho estético en sí. Fue un grupo bastante reconocido, nos invitaban de todos lados y también tuvimos una pequeña publicación; fue una experiencia riquísima de poner tu poética a jugar con otras y desde allí devenir. Después de esa experiencia, notamos que repercutió en lo que escribíamos porque compartíamos lecturas, cada uno venía de distintos lugares y compartíamos muchas lecturas. Ya en el año 2000 aparece esta necesidad nuevamente, a través de una propuesta de la enorme poeta Susana Villalba. En Buenos Aires se estaba armando un proyecto de Casa Nacional de la Poesía, y nos llamó para proponernos una suerte de sede neuquina. Pensamos que era el momento de volver a juntarse y generar algunas cosas. Casa de la Poesía Neuquén hizo numerosas lecturas y dio talleres, se hizo un concurso poético también y se sacó un libro. Desde la disolución de aquel proyecto no ha habido en Neuquén grupos poéticos mixtos y grandes, que planeen juntos espectáculos, que compartan lecturas, que discutan poéticas. Estuvo sí el grupo Celebrios (encabezado por Raúl Mansilla) pero donde todos eran poetas varones, muy involucrados en recuperar lo oral y performático de la poesía. Este recorrido por los grupos poéticos de la Patagonia norte nos sirve para ver desde el big picture cómo van enlazándose con procesos históricos, culturales y políticos, con el movimiento de los pueblos. Quizás alguna / os en ese momento no lo vemos, y -en algún nivel menos cerca de la conciencia-, parece que fuera el cuerpo el que los interpretara el cuerpo y el que te mandara a la acción. De esa experiencia quedan maduraciones de poéticas y sobre todo amistades.

¿En qué proyectos de escritura estás trabajando ahora?
Actualmente estoy con tres proyectos escriturales abiertos, atravesados por tres temas: “Ritmo, Lenguaje y Poder”. Para ello, me sumergí en un montón de lecturas... y llega un momento en que te decís: “voy a compartir esas lecturas” porque si no lo hacés, sí que sos una voz predicando en el desierto.
Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char