viernes, 31 de octubre de 2014

Yo que confundo todo al instante

JAVIER FOGUET 
Tomada de hesosdejibia

(San Miguel de Tucumán, Tucumán, Argentina, 1977)

a la memoria de Juan Lanosa

Explico a mi madre la foto
de desconocido que creció
junto a los libros.
Le dije: su nombre
hecho con palos mojados
tiene un sonido humilde
a mis oídos. Escúchalo.
La biblioteca es de su edad,
los lomos cuarteados
le recuerdan frentes
de casas conocidas.
En cuanto a Pentecostés
salvado del diluvio
y el advenimiento
del fuego: yo soy la arena.
Ahora son mi responsabilidad.
Porque es la juventud de mi padre,
tu esposo.
Porque murió joven.
(¿Temes la ligereza,
nubes sobre tu hijo, madre?)
Las nubes
son naves,
y montañas se levantan en el mar.

Reciba, madre mía, esta relación,
mi diseño del pico y el cráneo
de los pelícanos
que comen de las olas
metálicas al sol, gruesas como caldo:
acéptela y no pregunte por mis uñas…
Días enteros estuvo la tribu
flotando contra las rocas
a la espera de una agitación del mar…
Hasta que la inspiración llegó hoy:
hilera tras hilera de material
para hender la obra
de cada cual.
Las olas se espigaban
en dirección al sol,
aunque esto es cierto
toda vez que bajamos tarde
el camino de la playa.
(De mañana conservan
la turbidez lunar
de la base del mar.)
Yo sin embargo, donde las olas concluyen
pienso en dejarme
flotar, bajar en el puerto
a comprar frutas
o a esperar la tormenta
que unas brisas anunciaron:
las brisas sin sonido
son las olas sin sonido
de la atmósfera.
Madre, mire desde aquí el mar,
mucho más lejano, inmóvil y pacífico.
Como si ya le hubiera escrito.
**
Poema II

Podías correr durante horas
bajo el sol y sobre la panzuda
dureza de las piedras,
al lado de mi mula.
Es la huella más honda
(más que la novela lograda
o la huella de los que otearon
el cráter)
que poseo de ninguno,
yo que confundo todo al instante.
Y ahora qué espacio negro
creciendo como una torre
con una escalera angosta y larguísima...
Hago este viaje
para verte vivo
al lado de tu tumba
cuya ubicación conozco
desde la partida.

San Pedro de Atacama
**
Messagio a Guiseppina

Querida luna al fondo de una gruta
entre las nubes: la fugacidad
del tren y de los rayos
que enviamos (los que adentro vamos)
hasta ti antes de perderte
atesórala un tramo de tu viaje:
un paso tuyo son
un millón de los nuestros
y es sincero -no pesa- su mensaje.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char