jueves, 30 de octubre de 2014

Mi Musa ha crecido en el abono de lo bueno, lo malo y lo indiferente.

RAY BRADBURY

(Waukegan, Illinois, EE.UU., 1920-Los Ángeles, California, EE.UU., 2012)

Zen en el arte de escribir
(Fragmentos)

“–El delito no es tener libros, Montag, ¡es leerlos! Sí, de acuerdo. Yo tengo libros. ¡Pero no los leo!” 
De Fahrenheit 451

“Si no escribiese todos los días, uno acumularía veneno y empezaría a morir, o desquiciarse, o las dos cosas. Uno tiene que mantenerse borracho de escritura para que la realidad no lo destruya.
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(En la Biblioteca de la Universidad de California) en ordenadas hileras, una docena o más de viejas Remington o Underwood que se alquilaban a diez centavos la media hora. Uno insertaba la moneda, el reloj soltaba su tictac loco y uno se ponía a escribir como un salvaje para terminar antes de que se agotara el tiempo.
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“Todas las mañanas salto de la cama y piso una mina. La mina soy yo. 
Después de la explosión, me paso el resto del día juntando los pedazos.” 
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“Todas las mañanas me levantaba, iba hasta el escritorio y escribía cualquier palabra o serie de palabras que me pasaran por la cabeza.
Luego me alzaba en armas contra el mundo, o a su favor, y ponía una variedad de personajes a sopesar la palabra y enseñarme qué significaba en mi vida. Una o dos horas más tarde, para mi asombro, había concluido un nuevo cuento. Era una sorpresa total y encantadora. Pronto descubrí que tendría que trabajar así el resto de mi vida.” 
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“Ahora los dejo al pie de la escalera, treinta minutos después de medianoche, con un bloc, una pluma y una posible lista. Conjuren sus palabras, alerten a su personalidad secreta, saboreen la oscuridad. Peldaños arriba, en las sombras del altillo, espera su Cosa. Si le hablan con suavidad y escriben toda vieja palabra que quiera saltar de sus nervios a la página...
Tal vez, en su noche privada, la Cosa del final de la escalera... empiece a bajar.”
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“Lo que para todos los demás es El Inconsciente, para el escritor se convierte en La Musa.” 
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“Si vamos a poner nuestro inconsciente a dieta, ¿cómo preparar el menú?
Bien, la lista podría empezar así:
Lea usted poesía todos los días. La poesía es buena porque ejercita músculos que se usan poco. Expande los sentidos y los mantiene en condiciones óptimas. Conserva la consciencia de la nariz, el ojo, la oreja, la lengua y la mano. Y, sobre todo, la poesía es metáfora o símil condensado. Como las flores de papel japonesas, a veces las metáforas se abren a formas gigantescas. En los libros de poesía hay ideas por todas partes; no obstante, qué pocos maestros del cuento recomiendan curiosearlos.
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Lea a los autores que escriben como espera escribir usted, que piensan como le gustaría pensar. Pero lea también a los que no piensan como usted ni escriben como le gustaría, y déjese estimular hacia rumbos que quizá no tome en muchos años (...) Vivimos en una cultura y una época tan inmensamente ricas en basura como en tesoros (...) y mi Musa ha crecido en el abono de lo bueno, lo malo y lo indiferente.
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Escribí el cuento sentado al aire libre, con mi máquina, en el jardín. Al cabo de una hora había concluido. Se me habían erizado los pelos de la nuca y estaba llorando. Sabía que había escrito el primer buen cuento de mi vida.
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Escribir es una forma de supervivencia. Cualquier arte, cualquier trabajo bien hecho lo es, por supuesto. No escribir, para muchos de nosotros, es morir (...) Si no escribiese todos los días, uno acumularía veneno y empezaría a morir, a desquiciarse, o las dos cosas. Uno tiene que mantenerse borracho de escritura para que la realidad no lo destruya.
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Si uno escribe sin garra, sin entusiasmo, sin amor, sin divertirse, únicamente es escritor a medias. Significa que tiene un ojo tan ocupado en el mercado comercial, o una oreja tan puesta en los círculos de vanguardia, que no está siendo uno mismo. Ni siquiera se conoce. Pues el primer deber de un escritor es la efusión: ser una criatura de fiebres y arrebatos. Sin ese vigor, lo mismo daría que cosechase melocotones o cavara zanjas; Dios sabe que viviría más sano.
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“¿Y qué se aprende escribiendo? , preguntarán ustedes. Primero y principal, uno recuerda que está vivo y que eso es un privilegio, no un derecho. Una vez que os han dado la vida, tenemos que ganárnosla. La vida nos favorece animándonos y pide recompensas.” 
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“(...) escribir es una forma de supervivencia. Cualquier arte, cualquier trabajo bien hecho lo es, por supuesto.” 
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De cualquier cosa que te digan, cree siempre la mitad.
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“A los amigos que escriben siempre he intentado enseñarles que hay dos artes: primero, terminar una cosa; y luego el segundo gran arte, que es aprender a cortarla sin matarla ni dejarle ninguna herida. Cuando empieza la vida del escritor ese trabajo le repugna, pero ahora que soy más viejo se me ha vuelto un juego maravilloso, un reto que me gusta tanto como escribir el original, porque es un reto. Tomar un escalpelo y cortar al paciente sin matarlo es un reto intelectual.” 
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“Ahí está el gran secreto de la creatividad. A las ideas hay que tratarlas como a los gatos: hacer que ellas nos sigan. Si usted intenta acercarse a un gato y levantarlo el animal no lo dejará. Tiene que decir: 'Bueno, vete al diablo'. Entonces el gato se dirá: 'Un momento, éste no se parece a la mayoría de los humanos.' Y luego, por curiosidad, se pondrá a seguirlo: 'Vaya, ¿a ti qué te pasa que no me quieres?'. Pues bien, con las ideas ocurre lo mismo. ¿Se da cuenta? Uno dice: 'Al diablo, no hace falta que me deprima. No hace falta que me preocupe. No hace falta que empuje. Las ideas me seguirán. Cuando bajan la guardia y están listas para nacer, me doy vuelta y las atrapo.” 
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“Es mentiroso escribir para que el mercado comercial os recompense con dinero.
Es mentiroso escribir para que un grupo de esnobs y cuasiliterario de las gacetas intelectuales nos recompense con fama.
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“Recuerden: la Trama no es sino las huellas que quedan en la nieve cuando los personajes ya han partido rumbo a destinos increíbles. La Trama se descubre después de los hechos, no antes.

Ray Bradbury. Zen en el arte de escribir.
Traducción: Marcelo Cohen. Editorial Minotauro.
Tomado en su mayoría del blog letrasymaullidos.blogspot.com.ar
Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char