(Reading, Pensilvania, 1932-Beverly Farms, Massachusetts, EE.UU., 2009)
DÉCOR
El marrón domina este bar
en el que envejecen los hombres:
los mozos Negros,
el whisky sin agua,
las voces texanas que se escuchan al vuelo,
los cigarros y la madera barnizada.
Marrón, o sea,
es una sombra del alma,
el color de un hombre:
bien bronceado y con manchas
hasta en la veta más profunda
como si la vida fuese una larga curación.
**
GAVIOTAS
Una gaviota, de cerca,
parece sorprendentemente embalsamada.
Su velludo pecho parece relleno
de un material barato de taxidermista
inserto en forma desprolija. Las patas,
rectas, como palotes de crayón infantiles-
demasiado simples como para funcionar.
Y aún las marcas de las plumas,
cuya intrincada simetría es la gloria habitual de los pájaros,
están desaliñados en la gaviota.
Como si Dios hiciera demasiadas
como para hacerlas muy bien.
¿Son inteligentes?
Nos imaginamos que sí, porque son feas.
El perfil sardónico de un-solo-ojo, ligeramente bizco,
la angosta, ectomórfica cabeza, mal peinada,
la ancha y nerviosa y bien musculada rabadilla-
todo sugiere un trabajo de escritorio: gastos de envío
de día, Schopenhauer
de noche, e interminable café.
A esa hora en la playa
en que las moscas empiezan a picar en la renovada frescura
y la reacomodante piel del post-surf
refleja un brillo morado antes de ser borrado,
las gaviotas vagan por una agujereada arena
como esas multitudes europeas melancólicas
que se reúnen en adoquinadas plazas públicas tras
los asesinatos o las invasiones
con las cabezas ladeadas para escuchar los últimos informes
[de la radio.
Es también la hora en que regordetas parejas de jóvenes
caminan hasta el agua, chocándose entre sí,
y permanecen hundidos hasta los muslos en el cristal rítmico.
Después caminan de vuelta hasta el auto,
jalándose como si llevasen un secreto entre ellos,
pero que ninguno de los dos conoce bien;
andan por caprichosos senderos entre las dispersas gaviotas.
así como en ciertas mitologías
hermosos dioses se pasean despreocupados
entre nuestras mortales aprehensiones.
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FIEBRE
He traído de vuelta un buen mensaje de la tierra de los 39°:
Dios existe.
Había llegado a dudarlo seriamente antes;
pero las patas de la cama hablaron de ello con la mayor de
[las confianzas,
los hilos de mi frazada lo dieron por hecho,
el árbol afuera de la ventana despachó todas las quejas,
y yo no he dormido tan justamente por años.
Es duro, ahora, transmitir
cuan emblemáticamente se sentaban las apariencias
sobre las membranas de mi conciencia;
pero es una verdad hace largo tiempo conocida,
que algunos secretos se esconden de la salud.
Tomados del blog inutilesmisterios.blogspot.com.
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PERFECCIÓN DESPERDICIADA*
Y otra cosa deplorable acerca de la muerte
es la desaparición de tu propia marca de magia,
que te llevó toda una vida desarrollar y comercializar:
las ocurrencias, los chistes, el punto de vista
amoldado a unos pocos, aquellos seres queridos más cercanos
al escenario, sus suaves rostros blanqueados
por el resplandor de las candilejas, su risa al borde de las lágrimas,
lágrimas que se confunden con sus pendientes de diamantes,
su cálido aliento compartido al compás de los latidos de tu corazón,
su respuesta y tu actuación hermanadas.
Las bromas por teléfono. Los recuerdos
comprimidos en el archivo de acceso rápido. El acto en su totalidad.
¿Quién lo representará de nuevo? Muy sencillo: nadie;
imitadores y descendientes no son lo mismo.
*(Re Collected Poems: 1953-1993, Alfred A. Knopf, Nueva York, 2001. Versión de Jonio González.
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De "Sonetos españoles"
A la luz del insomnio, aquellas verdades
que de día no nos parecen mal
(que estás en lo alto de una colina, que morirás,
o que mañana tienes una cita que no puedes eludir)
se convierten en un conjunto de cuevas resbaladizas.
Hechos desnudos que al mediodía nada aclaran
poseen eco y se estremecen, aparecen y desaparecen.
Estar con vida es estar loco.
¿Puede ser? Tan sólo Goya es capaz de pintar tales cosas.
Estas últimas pinturas ocres emborronadas en Madrid
llenan una habitación con las visiones del insomnio,
en un español rápido como una maldición.
La oración es una broma, el amor una secreción;
los torturados torturan y lo malo se vuelve peor.
Versión de José María Moreno Carrascal. Pre-Textos. Valencia, 2002.
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Réquiem
(Fragmento)
Me di cuenta el otro día:
Cuando yo muera, nadie dirá
"¡Oh, qué pena! Tan joven, tan promisorio
¡Profundidades que jamás llegaron a explorarse!"
En cambio, un encogerse de hombros y ojos sin lágrimas saludarán a mi postergado fallecimiento
El comentario más común será, lo sé,
"Pensé que había muerto hace ya varios años”.
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Requiem
It came to me the other day:
Were I to die, no one would say,
“Oh, what a shame! So young, so full
Of promise — depths unplumbable!”
Instead, a shrug and tearless eyes
Will greet my overdue demise;
The wide response will be, I know,
“I thought he died a while ago.”
For life’s a shabby subterfuge,
And death is real, and dark, and huge.
The shock of it will register
Nowhere but where it will occur.
Updike –reunida en Collected Poems (1953-1993), aumentada por Americana (2001) y, ahora, por Endpoint.
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