Pilar Verdú del Campo
(Sevilla, España, 1976. Reside en Valencia)
"Jamás, pues, osaría proclamarme dueña de mis palabras, pues me siento-y ya es mucho- usufructuaria de ellas. Hermosa, como siempre, la etimología: usus fructus, el uso del fruto. (...) La poesía es, como el árbol del bien y del mal, un medio de conocimiento: de nosotros mismos, del mundo que nos envuelve, de ese mundo al que el poeta debe permanecer siempre atento. Qué bien lo dijo el maestro Alberti en estos versos que me hacen temblar, porque la belleza es un temblor: 'La poesía es no estar sentado, es no querer morirse, apasionadamente. Es entrar en el alba a cuerpo limpio en las ondas del día, es no dormir y ser el alba antes del alba'. Hay que ser valiente para entrar en el alba a cuerpo limpio, para desnudarse de cuanto nos cobija y, a pecho descubierto, lanzarse hacia una luz cegadora, hacia el espejo inmisericorde que te pondrá ante ti mismo, ante los hombres y ante tu Dios o tu falta de Él. Pero aunque puede ser en extremo doloroso el hallazgo, trae también, si lo logras, la serenidad de la aceptación y del abrazo con el otro, con el prójimo que encuentra en un verso su mismo latido, esa respiración a la que nunca supo ponerle nombre."
Pilar Verdú del Campo
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El mundo es vertical y descendente,
y sus hilos me envuelven
al telúrico seno del origen;
fabrican un arrullo inacabable
para abrazar mi cuerpo
en simiente de pan y de futuro.
Qué claridad de tallos encendidos
trepándose a los cielos,
antorchas,
axis mundi.
De Axis mundi, Premio Gerardo Diego 2013.
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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