(Nueva York, EE.UU., 1943)
Isla
Las cortinas se abrieron. La luz
entrando. Luz de luna, después de sol.
No cambiaba por el paso del tiempo
sino porque cada momento tenía muchos aspectos.
Lisiantos blancos en un florero cascado.
Sonido del viento. Sonido
del agua que lame la costa. Y las horas que pasan, las
blancas velas
luminosas, el barco anclado que se mece.
Movimiento aún no encauzado en el tiempo.
las cortinas que se mueven o flamean; el momento
centelleante, una mano
que se retira, luego avanza. Silencio. Y después
una palabra, un nombre. Y después dos palabras más:
otra vez, otra vez. Y el tiempo
rescatado, como un pulso
Entre la inmovilidad y el cambio. El final de la tarde. Lo
que pronto
se perderá convirtiéndose en recuerdo; la mente
abrazándolo. El cuarto
otra vez reclamado, como una posesión. Luz de sol,
Después de luna. Los ojos acristalados por las lágrimas.
Y después la luna que se deslíe, las blancas velas
hinchándose.
**
Memoria
Nací prudente, bajo el signo de Tauro.
Crecí en una isla, próspera,
en la segunda mitad del siglo veinte;
la sombra del Holocausto
apenas nos rozó.
Tuve una filosofía del amor, una filosofía
de la religión, ambas basadas
en mis propias experiencias de familia.
Y si cuando escribí sólo usé unas pocas palabras
fue porque el tiempo siempre me pareció corto,
como si pudieran arrancármelo
en cualquier momento.
Y mi historia, de todos modos, no era única
aunque, como todo el mundo, tenía una historia,
un punto de vista.
Unas pocas palabras fueron todo lo que necesité:
nutrir, sostener, atacar.
De Lousie Glück en Las siete edades. Pre-textos Ed.
Traducción de Mirta Rosenberg
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