lunes, 13 de julio de 2015

Te tienes que escribir con algo de letra muda

ELVIRA HERNÁNDEZ
(Lebu, Chile, 1951)

Desclasificación

Soy una hoja al aire, señor
De esas que vienen escritas por los dos lados
Y desprendida de su árbol mayor
- mi propio viento me descuaja –
Por cierto sin genealogía
Por entera volátil.
**
Por un rato me quedé en la Cantina Incolora
Vacié mis carteras en el mostrador
Los manojos de llaves no me hablaban del Cielo
Y el espejo taciturno me puso a penas
junto a un microcanthus strigatus
En todos los rincones se escondían dientes con coronas
Devotos de San Cristóbal y micreros bellas personas
Por mi cuerpo arteriado subía un tropel de algodones
Por la vena porta el estribillo de la tarde
Calada con una visera de reina normanda
Mi cabeza daba vueltas hasta detenerse en el número 32
Allí la Desgracia se había fugado con el Lavautos.
**

Dónde vi ese rostro?
ese entramado espectacular de cejas alcohólicas
esas venas desaguando en la yugular como represas
ese gesto de ave con plumas de siquiátrico
díganme mandíbulas oxidadas de mi memoria
cual erupción nos arrojó juntos al lado izquierdo
dónde estuvimos cara a cara o regateando
dónde ese gran fragor de huesos bloqueados por muslos
en qué país chupando de mi labio leporino
cercanos a qué homicidio nos miramos con los ojos cerrados
al tiempo que el olvido blandía su cimitarra
y por los suelos rodaban las hidras del temor o el placer.

Tomados de web.uchile.cl/publicaciones/cyber/16/escritoras6.html
**

por alguna razón que no entendemos
-la razón es corta-
esa magnífica producción
deslizada y publicitada en la cresta de la ola
en trajes de marca siempre a la medida
en uno de sus tantos vaivenes
se balsea a pique

se cimbra también en grados Richter y mercalli
ceniza le cae del cielo –parece-
le diluvia sobre mojado –un rato-
y no sabe si ha llegado al fondo
(poco y nada sabe de saberes)

si recuperaré la inversión –eso sí- me interesa
y de la inmersión se recuperará

a todas voces
(sin distinción de género sin pensar en darwin)
hay que agarrarse de algo

no veo cerca de mí ni arca
ni cohete ni ovni

no es la ola la que hace su recogida
no es la ballena la que te ha vomitado

De en un fantasma recorre el mundo, 2012
**
Una vez vi que la cabeza de Lenin se había
subido al piano y tocaba todas las teclas.
Después la vi por el suelo. Se cayó.

He visto páginas en blanco, ojos en blanco,
estómagos y cerebros en blanco, ningún
glóbulo blanco, hombres de blanco, blanqueos
al por mayor y mucha gente levantando bandera
blanca.

Hojeo la ojeada. Paso por los puzzles,
los consejos caseros, los horóscopos.

No veo ningún artículo sobre el azar del espacio
y el Zar del Tiempo.
**
Muy señor mío y señora mía...

muy señor mío y señora mía
pohetas:

te tienes que escribir con algo de letra muda para
entenderte, y entender que no puedes entrar en
globo aerostático o montado en burro a la ciudad.

¿vives acaso en la cima de una columna o estás
tratando de arrebatar el micrófono? (constato que
hoy todos chupamos ese candy de palabras con la
rara excepción tuya) ¿cuál es la palabra del poeta?

(quizás ya no quedan palabras)
te recomiendo mejor una de nuestras fiestas de
larga duración donde hombres y mujeres caen del
cielo y a pedir de boca el suche es rey y el rey paco
raso y las paganas vírgenes sabias mujeres, etc.
Todo se revuelve

no sé dónde deberías comprar ropa para lucir con
eso del hábito y del monje, ¡habitar tanto lugar
común!... Pórtate mejor como chaqueta amarilla

si te has ido a pique sobrevive en la submarina y
escríbenos en la arena porque igual te queremos
***
Elvira Hernández: Actas Urbe. Alquimia Ediciones, 2013.

Para leer más de la autora, aquí

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char