miércoles, 20 de julio de 2016

Avanzo hacia el horizonte

Patricio Foglia

(Buenos Aires, Argentina, 1985)

Es medianoche y soy un autómata
mis pasos me pertenecen y no me pertenecen,
ya empiezo a sentir
la espuma en mis pies
cubriendo cada poro
de mi piel de hojalata.
Alrededor, cada átomo es una burbuja:
imantado, me dejo llevar
avanzo hacia el horizonte

(de la serie "La escafandra") 
***
La escafandra

Desde el muelle, parecía tener unos
quinientos años

Primero vi algo informe
acercándose
desde lo alto de un médano
y después descubrí
un antiguo traje submarino
que avanzaba con dirección a las aguas, al calor
del atardecer en la playa

(de La escafandra, Mágicas Naranjas, 2015)
***
Takashi

Después de varias jornadas de trabajo
las manos de los pescadores
terminan hinchadas, ásperas
como sogas de amarre.
-Antes tenía manos, cuando era un chico.
Ahora tengo patas de dragón, y mi esposa prefiere
que no trate de acariciarla, dice Takashi, y se ríe.
Un pescador no pasa mucho tiempo en casa,
debe dedicar dos de cada tres días a su oficio.
Cuando por fin desembarca en el puerto
toma un ómnibus en la Terminal, y si tiene suerte
consigue un asiento y se duerme
en su cabeza se confunden
el andar del micro con el mar
la sirena de una ambulancia
con el quejido del pulpo
los motores de los autos con las poleas
enormes, arrastrando el cuerpo inerte del animal
hasta la cubierta del buque, bajo la lluvia.

Tomado de eforyatocha.com

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char