sábado, 9 de julio de 2016

Todo tan lejano

Lorena Suez

(Ciudad de Buenos Aires, Argentina, 1975)



Y un día sucedió
atravesé la luz del cielo
la sombra me seguía
mi piel comenzaba a asomarse
más allá del plumaje plateado.

¿Qué sería de mí cuando no pudiera volar?

Un eco sordo clausuró mis sentidos
aún quedaban huellas de la noche astral
el largo de mi pelo arrastrando estrellas
suspendido en el aire.

¿Hacia dónde volaba a esas horas?

Me sumí en la rareza de no estar
en mi cuerpo
en el temor de no rozar
la cima de la cordillera.

Todo tan lejano.

Tristeza
y una línea contigua pulsando
mi cuerpo y su halo vital.

El aire se puso denso
mi plumaje nevó las montañas
dejé atrás
mi historia alada
lavé mi cuerpo nuevo con agua de lluvia
y me puse de pie.
***

hay un árbol antiguo
que me espera
una rama
donde colgarme por la cintura
y sentir
tendones ignorados de mi cuerpo
colgarme
cabeza abajo
doblada al medio
tomarme de los pies
yo
capullo de murciélago sin alas
pender
durante días
perder
atarme de los pies
como crisálida
mi cabeza cuelga
(necesita desprenderse de mi cuerpo)
vértebra
soltarme
vértebra
escurrirme
hasta no ser más
vértebra
o el aire que pasa entre mis músculos.

1 comentario:

Diana Laurencich dijo...

pender
durante días
perder
Bravo Lorena, gracias Irene.

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char