domingo, 27 de noviembre de 2016

Era sed aquello que sentías

RAÚL GUSTAVO AGUIRRE

(Buenos Aires, Argentina,  1927-1983)

TU VIDA
Tu vida va,
sucede.
De pronto te despiertas
en el medio de un rayo.
Después vienen pequeños
fiscales a pedir
tu cabeza.
Y te confunden: la justicia
no era esta maldición
sino tu más íntimo y alto
sobreentendido.
Tu vida va,
sucede,
atraviesa lugares muy extraños,
graves dificultades, explosiones,
pero se las arregla
para seguir un poco más.
Grandes planicies numeradas
te desconciertan: era sed
aquello que sentías y agua pura
la que te abrió sus brazos,
la que vino a tu sed.
Tu vida va,
sucede
así, sin avisar, entre contratos
y explicaciones y sobreseimientos,
se va,
no queda casi nada,
ni medallas ni títulos
ni condecoraciones,
ninguna prueba que agregar
a la rama que ardió,
ninguna letra que cambiar
a la palabra que te hundió,
ningún antecedente
para saltar el muro
por un sitio mejor
que otro.
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De “Antología”, Monte Ávila Editores, Caracas, 1978. 
Cortesía de Jonio González

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char