viernes, 30 de diciembre de 2016

El cansancio, el viento tengo

SUSANA SLEDNEW
Tomada de su blog en estado de poesía permanente

(La Pampa, Argentina, s/d)

También me ensucié las manos con cal y barrí la arena

Cuando pienso en las palabras
recuerdo a mi padre con una cuchara de albañil
quitando restos de cemento entre ladrillos
lo veo repasar con ternura de obrero
la piel rugosa de la mezcla
Recuerdo que lo miraba transformar el espacio
guiado por la claridad de un sencillo piolín
de extremo a extremo de la obra
con la misma sencillez con que transformaba la vida
No se borra de mí esa dicha
la tarea fina del fratacho
pasando dulcemente por la cara de la casa
como si fuera el rostro de la infancia
como si fuera un poeta
buscando el mejor poema para dar
Él logró con su manera de estar
volver dichosa la mía
logró
mejor dolerme los ladrillos
la mezcla la cuchara
el hilo que tensa esta vida mía
entre extremo y extremo.

Cortesía de Hugo Luna
**
Patrimonio

La mañana y el tiempo de la tarde tengo
el agua, el miedo, el otoño, la alarma del despertador,
las pelusas que hay debajo de la alfombra,
los dientes apretados, las cascadas de risas en la mesa,
el cansancio, el viento tengo
y la viva memoria con que soy. 
**
Justo la vida
                        insiste
en llamarse vida
cuando el recuerdo
                        insiste
en tener tu voz

Hace frío en
la casa
recién llego
y no hay nadie
más que yo
entrando
en mi vida.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char