sábado, 31 de diciembre de 2016

Dadme vuestras manos, si es que somos amigos

William Shakespeare
Arthur Rackham, 1905

(Stratford-upon-Avon, c.1564-ibíd., 1616) 

DANZA
La lengua de hierro de la medianoche ha dado las doce.
Amantes, al lecho; es casi la hora de las hadas.
Temo que durmamos hasta muy entrada la mañana,
que esta noche ha sido larga nuestra vela.
Esta grotesca farsa ha acelerado
el paso perezoso de la noche. Queridos amigos, a dormir.
Dos semanas celebraremos nuestra solemnidad
con fiestas nocturnas y deleites nuevos.
**
OBERÓN
Que brille la casa con luz indecisa junto
a la lumbre medio apagada.
Cada duende y espíritu encantado
salte tan ligero como ave sobre zarzal.
Y siguiéndome después
canten y dancen alegremente.

TITANIA
Primero, repitan su cántico de memoria,
acompañando cada palabra con melodioso trino.
Mano en mano, con gracia hechicera,
cantaremos y bendeciremos este sitio.
(Canción y danza).
**
PUCK
"Si nosotros, vanas sombras, os hemos ofendido,
pensad sólo en esto y todo está arreglado:
que os habéis quedado aquí durmiendo
mientras han aparecido estas visiones.
Y esta débil y humilde ficción
no tendrá sino la inconsistencia de un sueño,
amables espectadores, no nos reprendáis;
si nos concedéis vuestro perdón, nos enmendaremos...
Y a fe de honrado Puck,
que, si hemos tenido la fortuna
de escaparnos ahora del silbido de la serpiente,
procuraremos corregirnos lo antes posible;
de lo contrario, llamad a Puck embustero.
Así, pues, buenas noches a todos.
Dadme vuestras manos, si es que somos amigos,
y Robin os restituirá con resarcimiento."

De Sueño de una noche de verano (A Midsummer Night's Dream), Acto V, 1595. 

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char