HOMERO MANZI
(Homero Nicolás Manzione.
Apodo: Barbeta)
(Añatuya, Santiago del Estero, Argentina, 1907 - Bs. As., Argentina, 1951)
Milonga triste
Llegabas por el sendero,
delantal y trenzas sueltas,
brillaban tus ojos negros,
claridad de luna llena.
Mis labios te hicieron daño
al besar tu boca fresca.
Castigo me dió tu mano,
pero más golpeó tu ausencia.
Ay...
Volví por caminos blancos,
volví sin poder llegar.
Triste con mi grito largo,
canté sin saber cantar.
Cerraste los ojos negros,
se volvió tu cara blanca
y llevamos tu silencio
al sonar de las campanas.
La luna cayó en el agua,
el dolor golpeó mi pecho.
Con cuerdas de cien guitarras
me trencé remordimiento.
Ay...
Volví por caminos negros,
volví sin poder llegar.
Grité con tu nombre muerto
recé sin saber rezar.
Tristeza de haber querido
tu rubor en el sendero.
tristeza de los caminos que
después ya no te vieron.
Silencio en el camposanto,
soledad de las estrellas,
recuerdos que duelen tanto,
delantal y trenzas negras.
Ay...
Volví por caminos muertos,
volví sin poder llegar.
Grité con tu nombre bueno
lloré sin saber llorar.
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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