sábado, 24 de junio de 2017

Que tus contornos te quieran

Juan Manuel Serrat
(Barcelona, España, 1943)



A una encina verde

Y de haber nacido en la tierra baja
pudo ser timón y volverse al mar.
Pudo ser rueda y ver mundo,
ser mango, cuna o altar.
Pudo ser ceniza y humo

o pudo, simplemente, no haber nacido
donde manda el roble, pero ahí nació
desafiando las reglas,
consentida por el sol.
Más cerca de las estrellas.

De abrazarse al suelo,
a pelear la tierra con los aguaceros,
de rellenar grietas
con bojes, tomillos y enebros,
de andar huyéndole al hacha
que el amo blande ligero...,
nudos amargos duelen en tus maderas,
encina verde.
Que tus contornos te quieran,
que te respete la muerte.

Que es bueno que cuando el haya enrojece
y los caminos mudan de color,
entre esqueletos de robles,
salpiques con tu verdor
las palideces del bosque.

De abrazarse al suelo,
a pelear la tierra con los aguaceros,
de rellenar grietas
con bojes, tomillos y enebros,
de andar huyéndole al hacha
que el amo blande ligero...,
nudos amargos duelen en tus maderas,
encina verde.
Que tus contornos te quieran,
que te respete la muerte. 

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char