RAQUEL CANÉ
(Santa Fe, Argentina)
Si la cacería empezara
por la presa quieta, aún tibia
las manos que voltean
para mirar espejos sin brillo
Si la cacería empezara
por los músculos dolidos
cansados de sostener
abandonando el metal ardiente
Si la cacería empezara
en el silencio que huele a pólvora
la parálisis del paisaje
que nos deja ausentes
Si la cacería empezara
por inclinarnos, vencidos
¿Qué sería del miedo?
¿En qué cuerpo habitaría el disparo?
Imagen: de la autora, perteneciente a Niña.
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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