(Dumeferline, Escocia, 1955)
Como yo, a veces despiertas
temprano, en la penumbra,
convencido de haber conducido durante horas
tierra adentro,
sintiendo aún en torno a ti,
bailando ante los faros,
los árboles que fluyen, las aves sobresaltadas
y el ganado que veranea al aire.
A veces, te demoras durante días
en una palabra,
una sola gota incontaminada
de sonido; durante días
tiembla, líquida al tacto de la mente,
luego cae:
mera denotación, desvaneciéndose
en el reflujo del lenguaje.
**
PUEBLO MINERO EN INVIERNO
Todo se desvanecía en la nieve,
nudillos de carbón y huesos de zorro
y muñecas abandonadas en los jardines,
con labios encarnados y desnudas.
Sacábamos las palas para limpiar las calles,
pero al llegar la noche volvían a esfumarse
y los coches yacían enterrados y mudos
en Fulford Road.
Como si nos hubiéramos perdido, decía ella;
mas yo sentía a los vecinos soñando en la negrura,
y los veía envueltos en bufandas y abrigos
los domingos: almas prudentes, de pies estrechos,
convertidas en vástagos de una luz repentina,
asombradas de verse tan misteriosas.
**
SEÑAL DE STOP, CERCA DE HORSLEY
Humo en el bosque
igual que un personaje de película muda
que caminara junto a los raíles.
Una forma que reconozco; no es humo, o no es sólo el humo,
y tampoco es la nieve sobre los avellanos
o las huellas de un zorro entre el andén y los árboles,
sino el invierno, ni amigo
ni extraño, como la niña que a veces vislumbro
al alba, cerca de la barrera, con un vestido
de bayas y aguanieve, viendo pasar el tren.
Traducción de Jordi Doce
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