miércoles, 8 de agosto de 2018

Se desplazaba como un barco de guerra

Marianne Moore 
(EE.UU., 1887-1972)



Críticos y conocedores

Hay una gran cantidad de poesía en las inconscientes
afectaciones. Algunos objetos
Ming, las imperiales alfombras de coches
de ruedas amarillas, están muy bien donde están, pero yo
he visto algo
que me gusta más –un
simple y pueril intento de hacer que un imperfectamente
estable animal estuviera de pie,
un similar propósito al hacer que un cachorro
comiera en un plato.

Yo recuerdo un cisne bajo los sauces en Oxford,
con patas como hojas de arce
y color flamingo. Se desplazaba como un barco
de guerra. Incredulidad y consciente melindre eran
el ingrediente
fundamental de sus pocas ganas de moverse. Por último, su osadía
no era una prueba en contra
de su propensión a estimar enteramente los pedazos
de alimento que la corriente
le allegaba; se fue con lo que le di
para comer. He visto este cisne y
los he visto a ustedes; he visto la ambición
sin sutileza en una variedad de formas. Sucede que estando
cerca de un hormiguero, he visto
una escrupulosa hormiga llevar un tallo hacia el norte, al sur,
al este, al oeste, hasta que giró
sobre sí misma, caminar desde el lecho de flores
hacia el césped,
y volver al punto
desde el que había partido. Luego abandonó el tallo
como algo inútil y esforzando sus mandíbulas
con un pedazo de cal –diminuto
pero pesado, comenzó de nuevo el mismo camino.
¿Qué hay
en ser capaz
de decir que uno ha dominado la corriente
en una actitud de defensa propia;
en probar que uno ha tenido la experiencia
de cargar un tallo?

Traducción de Olivia de Miguel

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char