lunes, 3 de septiembre de 2018

Como una cortina se levanta la gloria sobre aguas distantes

Anne Stevenson
Photo credit: Annie Lennox

(Cambridge, Inglaterra, 1933)




EMPAPADA 

Dormís soñando un clima de verano,
despertás con el tecleo de la lluvia—amarrada por la lluvia.
Afuera no hay más que plumas de hierba pesadas como gotas
y aire lluvioso. La mesa plástica en la terraza
ha perdido tres patas para alcanzar la cerca del jardín.
Las montañas han atinado a desaparecer.
Es el temperamento celta—viento, luego torrentes, luego 
          remordimiento.
Como una cortina se levanta la gloria sobre aguas distantes.
La vieja casa de piedra, que nos condujo entre la oscuridad,
atraca en una piscina de sombras todas suyas.
Esa grieta que se ensancha en la tiniebla es como la buena suerte.
La suerte, en quien ni vos ni el mañana pueden confiarse.

(Traducción: G. A. Chaves)
**
Drench
You sleep with a dream of summer weather,
wake to the thrum of rain—roped down by rain.
Nothing out there but drop-heavy feathers of grass  
and rainy air. The plastic table on the terrace
has shed three legs on its way to the garden fence.     
The mountains have had the sense to disappear.  
It’s the Celtic temperament—wind, then torrents, then remorse.
Glory rising like a curtain over distant water.
Old stonehouse, having steered us through the dark,
docks in a pool of shadow all its own.
That widening crack in the gloom is like good luck.
Luck, which neither you nor tomorrow can depend on.
***
Correspondencias
(Fragmento: 
La correspondencia con Elizabeth Bishop, de 1963 a 1965)
"Por eso, para descargarme de tanta trascendencia, en la noche del sábado veo Carne, una de las indescriptibles películas que el erotómano argentino Armando Bo dirigió a mayor gloria de su musa, la opulenta Isabel Sarli. El título no llama a engaño: la película se llama así porque transcurre en una planta de procesado de carne de vacuno, en la que trabajan los protagonistas. Delicia -que así se llama el personaje que interpreta Sarli- es la novia del jefe de personal, que es también pintor -lo que da lugar a una serie de escenas en las que la exuberante actriz posa desnuda para su amado-; y es deseada por un tipo malencarado que también trabaja en la fábrica, y que la viola repetidamente -una de las veces, sobre un costillar de vacuno, "carne sobre carne", como él mismo se encarga de aclararnos-... No daré cuenta del desenlace entre machista y moralista que Bo da a esta trama. El caso es que, aun reconociendo su condición de bodrio, la veo con agrado. Tal vez por el encanto que le presta su anacronismo -en la época en que los argentinos perpetraban estas gamberradas, aquí en España, con la misma estética y parecidos patrones morales, triunfaba la radionovela Simplemente María-, o por esa sinceridad que sólo los directores malos -piénsese en Ed Wood- ponen en sus productos, tan alejados en esto del desdeñoso distanciamiento con el que los cineastas "de verdad" ejecutan los suyos. 
[...] 
Fuera, un frío cortante. Frío de gasolinera abierta a los cuatro vientos. El mundo es un arrabal, como muy bien retrata la película de Bo. Porque lo otro, su núcleo cordial, las sedes de cultura y refinamiento espiritual, está podrido, como muy bien demuestran los testimonios de sus hijos."
Tomado de ELPDP
**
 “Siempre tímida y, de una forma digna, modesta, a Elizabeth (Bishop) le gustó que me tomase tanto interés en su poesía, no en su vida… El arte, para ella, era cristalino, una posibilidad para la pureza. Por eso no lo mancillaba con excrecencias de su propia vida.”

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char