martes, 30 de octubre de 2018

Recién salidas de la salada imprenta, historias

Janet Frame

(Dunedin, Nueva Zelanda, 1924-2004)


SOY INVISIBLE

Soy invisible.
Siempre he sido invisible
como la pobreza en un país rico,
como los ricos en sus cuartos velados de sus casas con muchos cuartos,
como las pulgas, los piojos, como lo que crece bajo la tierra,
los mundos más allá del cielo, el viento, el tiempo, las ideas –
el catálogo de invisibilidad es inagotable,
y, eso dicen, no es buena poesía.

Como las decisiones.
Como cualquier otra parte.
Como las instituciones alejadas del camino llamado Scenic Drive.

No más símiles. Soy invisible.
En un mundo poblado por gente de visión binocular después de todo soy parte de la mayoría
mientras que tú y yo caminamos con nuestra lunita creciente de visión en nuestra oscuridad personal
a través de un mundo en el que las decisiones de ser y no ser
se encuentran controladas por la luz
asistidas por las lágrimas y el sueño de la desatención o la muerte.

Soy invisible.
Los amantes atraviesan mi vida para tocarse entre sí,
la lluvia que cae en mí me traspasa como sangre sobre la tierra.
Ninguna cabeza me incluye como conocimiento.
Otorgo libertad a quienes bailan,
a decir la verdad.
Así es. No hay nadie aquí para observar ni escuchar disimuladamente,

y entonces aprendo más de lo que tengo derecho a saber.
***
LOS CUERVOS

Temprano en la mañana el pasto es una espiral de azul humeante.
Las sombras jorobadas se derriten. La cera oscura
escurre del cielo y yace al pie de los árboles
absorbiendo la cálida impresión del sol.
La cosecha es luz. El invierno, rata que invade
el silo, roerá la semilla dorada.

Imagino que el fervor de las hojas por vivir
ha transformado a muchas mariposas y palomillas color paja
firmando aún su condena con su pasión por la luz,
aleteando como quienes enterrados en vida buscan salir de la tumba.

Los cuervos se ahogan con su propio graznido salvaje.
***
SI LO TUYO NO ES ESCRIBIR SOBRE LAS PERSONAS

Si lo tuyo no es escribir sobre las personas, decía él,
quédate con los lugares, despídete de las novelas,
prueba escribir poemas. En los poemas, ¿sabes?
caben mejor los paisajes y las marinas; unas cuentas flores,
tal vez un jardín, una casa —muchas casas de dónde escoger.
Lee las páginas de bienes raíces en tu periódico –vista inmejorable–
de ensueño –en ¿sueño?– chimenea portátil, entrada exclusiva,
vista al mar, ideal para casa principal; bellos jardines, alta
plusvalía; cercana a colegios, comercios, iglesias…
olvídate de las personas; nadie tiene que vivir en la casa o la calle o el
campo o la ciudad, crea un país vacío.
¿Ves lo que trato de explicarte? Los poemas se ven bien sin las personas.
Dedica tu odio al cielo, al mar, al clima, a los árboles:
con eso será suficiente.

Quiero decir, ¿Cómo puedes escribir una novela sin personas?
Todos los él y ella, los ires y venires, los haceres
y pesares y asombros, “lágrimas y risas, amor y deseo y odio”
a través del “acceso posterior” –una “puerta trasera, una puerta privada, cualquier puerta
o reja distinta a la entrada principal”– Diccionario Oxford. Una forma de escape, un refugio. 

De Huesos de Jilguero (Universidad Veracruzana, 2015)
Traducciones de Irene Artigas, Lorena Saucedo y Paula Busseniers. Tomado del blog Pájaros Lanzallamas
***
Lo dirán las tormentas

Lo dirán las tormentas; son confiables.
Sobre la arena, viento y marea alta escriben
boletines de pérdidas, conchas defectuosas,
cual monumento liso a los árboles de tierras altas,
alga, pájaro desgarrado, navaja filosa, caracol cuerno de carnero, almeja.
Dennos las noticias dicen los altos ascetas que leen
seis kilómetros de playa una y otra vez; entre conchas vacías, miren,
recién salidas de la salada imprenta, historias
de diluvios: Cómo abandoné mi casa y hogar.
Navaja: Cómo le corté el cuello a la luz del sol.
Caracol: Cómo embestí y bailé contra la luz ovejuna del sol.
Almeja: Cómo mi vida zarpó en una marea negra.

Traducción L. Saucedo
***
La nieve bien urdida
(Para un amigo cuya esposa murió después de una larga enfermedad)

La muerte de la nieve
requiere de un día completo a muchos meses.
La muerte es solo
un cambio de forma
pero ¿cómo saberlo
y por qué no se rebela?
Espectáculo de desperdicio
promesa no cumplida
sin enojo, sólo claudicación
pero no, ni siquiera claudicación
ningún forcejeo
entre querer ser líquida o sólida
nada para nada extraordinario
o real, salvo el tiempo registrado:
un día completo o muchos meses para que muera la nevada.
Queremos que sea, pero no es.
Nos quedamos helados del susto, y solos.
La nieve no es humana. Creamos una escena
para nuestro asombro no correspondido, pero
se ha ido sin agonía y no volverá.
Esperamos con ansiedad el estado del tiempo para mañana
para compartir la responsabilidad de nuestro morir.
Debemos -para seguir con nuestras vidas- darle dolor y esplendor a la tormenta,
sencillez a la lluvia,
y -lo mas difícil de todo- la persistencia del tiempo de morir
a la nieve bien urdida.

Traducción N. Anaya

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char