viernes, 9 de noviembre de 2018

Todas las ideas corcovean

Mónica Sifrim
(Buenos Aires-Argentina, 1958)


De "El canal de la Mancha"
Seis

Ningún crimen quedaría impune en este pueblo donde vine a olvidar. Tampoco los olvidos me sonríen. Una muchacha de cabello rojo trae todas las tardes paquetes del correo. Suena el timbre. Si respondo, la ráfaga se ondula. Si no respondo, su cabellera se consume hasta la coronilla y es cenizas, encomienda, la brasa.
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Nueve

Ningún crimen quedaría impune en este pueblo donde vine a dormir de sueños dulces. Como si el sueño fuera un lampazo asestado al grumo de la vida. Pero al despertar recordé la ira de los días pasados en algo parecido a una prisión. Ahora los perros corren a las gaviotas en sus playas de piedra. Niñas jugando con sus patinetas hacen surcos sobre el pavimento. Son las cartas de la niña al hielo. Son palotes de niña.
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Catorce

Nadie se acordará de esta visita. Vine encapuchada, me llevaron de prisa. Corcoveaba el bote que nos trajo desde el continente hasta la isla. Por primera vez me vi desnuda en láminas de cuarzo.Removían mi espíritu las olas y asomaba una punta. Las sirenas se asomaban a ver. Marmaids. Marmaids. No me silben así. Hay un tipo de fiebre que aparece solo cuando cruzo este canal y todas las ideas corcovean.
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22

Pero ni por asomo
se desprende la huella
dactilar.

Los pecados del viento
son pecados menores.

La huella es una flor desmenuzada
que jamás comparece.

Grano.
Polen

Pedacito de pétalo
creyendo
que lo bueno
era el bien. 



 (De Un barco propio, Cienvolando, 2018) 

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char