lunes, 30 de marzo de 2009

No por mérito sino por gracia


BLAISE PASCAL
(1623-1662)


Los filósofos no prescribieron sentimientos proporcionales a los dos estados [se refiere a los sentimientos de grandeza y de pequeñez]. Ellos inspiraron movimientos de grandeza pura y ése no... es el [estado] verdadero del hombre. Ellos inspiraron movimientos de bajeza pura y ése no es el [verdadero] estado del hombre. Son necesarios los movimientos de bajeza, no por naturaleza, sino por potencia, no para permanecer, sino para ir más allá de la grandeza. Son necesarios los movimientos de grandeza, no por mérito, sino por gracia y [ello] luego de haber pasado por la bajeza. (Fr. 398. Lafuma)
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La fantasía es parecida y contraria al sentimiento; de suerte que no se puede distinguir entre esos contrarios. Uno dice que mi sentimiento es fantasía, otro que su fantasía es sentimiento. Se necesita tener una regla. La razón se ofrece, pero ella es doblegable a todo sentido.
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(...) la falsedad de los placeres presentes, como la ignorancia de la vanidad de los placeres.
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No veo sino infinitos en todo, que me encierran como un átomo, y como una sombra, que no dura sino un instante y ya no vuelve.
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No es bueno que el hombre no vea nada; no es bueno tampoco que vea lo bastante para creer que posee; sino que vea tan sólo lo suficiente para conocer que ha perdido. Es bueno ver y no ver; esto es precisamente el estado de naturaleza.
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Después de su muerte vino San Pablo a declarar a los hombres que todas estas cosas habían acontecido en figuras; que el reino de Dios no consistía en la carne, sino en el espíritu; que los enemigos de los hombres no eran los babilonios, sino sus pasiones propias.
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Nada es tan importante al hombre como su estado; nada le es tan temible como la eternidad; a sí, el hecho de que se encuentren hombres tan indiferentes a la pérdida de su estado y al peligro de una eternidad de miserias, no es cosa natural. Bien diferentes son respecto a las demás cosas; temen las más ligeras, las prevén, las sienten; y ese mismo hombre que pasa los días y las noches en la desesperación por la pérdida de su empleo, o por alguna ofensa imaginaria a su honor, es el mismo que sin inquietud y sin emoción sabe que va a perderlo todo a su muerte. Es una cosa monstruosa ver a un mismo corazón, y a un mismo tiempo, esta susceptibilidad ante las menores cosas y esta extraña impasibilidad ante las mas grandes.
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Es necesario tener un pensamiento propio, y juzgarlo todo con él, y, sin embargo, hablar como el pueblo.
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No viendo la verdad entera, no han podido llegar a la perfecta virtud. Considerando los unos la naturaleza como incorrupta, los otros como irreparable, no han podido huir del orgullo o de la pereza, que son la fuente de todos los vicios, puesto que no pueden hacer otra cosa sino abandonarse en la cobardía o crecerse en el orgullo. Porque, si conocen la excelencia del hombre, ignoran su corrupción; de suerte que si evitan la pereza se pierden en la soberbia. Y si reconocen la flaqueza de la naturaleza, ignoran su dignidad; de suerte que pueden evitar la vanidad, pero se precipitan en la desesperación.

2 comentarios:

hugo luna dijo...

no puedo seguir la flecha, no me da la cabeza!!! (muy bueno muy bueno)

Irene Gruss dijo...

Y... no es fácil, Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char