jueves, 19 de abril de 2012

En la alegre ciudad de Dublín

Molly Malone
En la alegre ciudad de Dublín,
donde las chicas son tan bellas,
lo primero que vieron mis ojos
fue a la dulce Molly Malone
cuando empujaba su carretilla
a través de amplias y estrechas calles
gritando ¡berberechos y mejillones frescos, frescos, oh!

Ella era pescadera
y seguro que no era ninguna sorpresa,
porque ya lo fueron antes su padre y su madre.
Ambos empujaron sus carretillas
a través de amplias y estrechas calles
gritando ¡berberechos y mejillones frescos, frescos, oh!

Ella murió de fiebre
y nadie pudo salvarla.
Éste fue el fin de la dulce Molly Malone.
Ahora su espíritu empuja su carretilla
a través de amplias y estrechas calles,
gritando ¡berberechos y mejillones frescos, frescos, oh!
***
In Dublin´s fair city, where the girls are so pretty
I first set my eyes on sweet Molly Malone
As she wheeled her wheelbarrow through streets broad and narrow
Crying cockles and mussels alive a-live O!


A-live a-live O! A-live a-live O!
Crying cockles and mussels alive a-live O!


She was a fishmonger and sure it was no wonder
For so were her father and mother before
And they both wheeled their barrows through streets broad and narrow
Crying cockles and mussels alive a-live O!


A-live a-live O! A-live a-live O!
Crying cockles and mussels alive a-live O!


She died of a fever and no one could save her
And that was the end of sweet Molly Malone
Now her ghost wheels her barrow through streets broad and narrow
Crying cockles and mussels alive a-live O!


A-live a-live O! A-live a-live O!
Crying cockles and mussels alive a-live O!
A-live a-live O! A-live a-live O!
Crying cockles and mussels alive a-live O!

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char