martes, 24 de julio de 2012

Todo miedo te domestica el dolor


Tomada de festivaldepoesia.com.ar  

CRISTIAN ALIAGA 
(Tres Cuervos, Pcia. de Buenos Aires, Argentina, 1962)

De El artista subjetivo
(Fragmento)

1. Un diamante

La subjetividad llamada del artista
son sus heces. A nadie ensucian
ni iluminan. Hay un diamante que
buscar. Eso no es personal.

2. Todo miedo

Todo miedo te domestica el dolor.
la pérdida de control, la manera sentida
de perderlo todo de vista.
Horizonte. Esta placidez de pájaro
apenas mojado.
***
No hay afuera

Una caja metálica lanzada al camino construye un mundo. El alrededor pende de una cuerda mental. La lógica de los sonidos late con el motor que aúlla en el largo desierto humano. No hay afuera mientras se viaja, una charca de destellos es el futuro y una imagen distorsionada por los espejos lo que dejamos atrás sin remordernos. Aparte de lo que sucede en la jaula de vidrios, sólo el camino desconocido posee fuerza de encanto. La vida del universo tiene a este viaje como único sostén.

(La Pedrera)
***
Oscurece La Adivinación

Al extremo de la costa, el barco devuelto por el mar
reposa para siempre, inmóvil en un ángulo de
sesenta grados. El resto de los buques –varados en
la arena a la espera de una marea que los ponga a
flote- constituyen la graduación hacia el naufra-
gio. El óxido es el verdadero tripulante, apenas
deja pasar resabios de rojos y amarillos, patrón
de tiempo. Ostreros y gaviotas de lomo engra-
sado picotean las chapas que aún sirven para
flotar. La palabra “puerto” es horizonte para
quienes divisan desde la orilla velámenes y
luces lejanas al otro lado de la mar océano,
que no existen. La mirada pierde su
orientación, pero no es chatarra lo que
se ve sino movimiento, viajes desesper-
rados en busca de un mar que tiemble
con nosotros.
***
La oveja

Atrapada por el cuello al alambre de púas, un mal movimiento la degollaría. La oveja desliza milímetros su cabeza hasta quedar inmóvil a la espera de una solución que escapa a sus propios movimientos. Su cabeza no piensa, ni esboza cursos de acción, apenas percibe el suave ardor de los alambres puntiagudos, mientras a unos metros del alambrado los vehículos atraviesan la soledad. Pasan sin verla, o ven apenas la imagen fugaz de una oveja que permanece muy cerca de la ruta, en una inmovilidad sólo rota por gestos imperceptibles. Atrapada por el cuello al alambre de púas, oye la secuencia creciente y luego decreciente de los motores, quieta se queda y algo semejante al placer percibe cuando logra la quietud absoluta. Empieza a dolerle cuando se adormece, y así se despierta, y vuelven a nublarse sus ojos azules hasta que regresa el dolor que para ella no tiene nombre. No puede estimar la duración de la noche ni aspira al azar de alguien que atine a separar su cabeza del alambre.
***
Sabidurías

¿Todo lo que sabés
te alcanza para
vivir?

¿Todo lo que sabés?

Para comer
sabés poco,

¿no te alcanza?

¿Para qué buscás
esas piedritas
que no brillan
sacadas
del río?

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char