lunes, 27 de agosto de 2012

El isquión lucha por adaptarse

Un poema inédito de GRISELDA GARCÍA
(Buenos Aires, Argentina, 1979) 


Modelo en estudio de pintor
  
Ansío el roce del lápiz contra el papel
la caricia del pulgar que esfuma el trazo.
Voy a esperar a que prepare sus cosas.
A que despierte el ojo que todo lo ve.

30 minutos. Su rostro rezuma sudor.
Me mira y es como si viera
más allá del más allá.

45 minutos. Un mosquito hunde su trompa.
El poro se rebela en hinchazón.
El isquión lucha por adaptarse,
un deslizamiento mínimo
que atenúe la molestia.

50 minutos: "Abre los ojos"
La menor tensión del músculo
cambia la escena, la pose se modifica
el rictus es otro, nuevo y distinto.

60 minutos. La mancha de vino en la pared
se convierte en un espía a quien llamo Dimitri.
Con él dialogo en la duermevela.

75 minutos: "No muevas la mano, por favor".
Los huesos del coxis gritan desde su caja.
La inmovilidad que parecía un descanso
se vuelve una jaula en la que estoy atrapada
en la que busco no ya estar cómoda
sino atenuar el dolor.

A través de los párpados la luz cambia.

Al final, la disciplina hace la vida más fácil.
A una orden suya podré moverme
pero eso no me hará libre.

Voy a correr a abrazarlo.

3 comentarios:

silvia camerotto dijo...

muy bien!

Griselda García dijo...

Gracias, Irene. Te mando un abrazón.

Irene Gruss dijo...

Y otro para cada una; Irene

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char