sábado, 25 de agosto de 2012

Es mirar hacia abajo lo que produce vértigo


ROBERT BROWNING
(Inglaterra, 1812-1889)

Despedida matutina

Al rodear el cabo de prono vino el mar,
Y el sol examinó la silueta del monte:
Allí estaba un camino de oro para él,
Y el deseo de un mundo de hombres para mí.

Versión de Andrés Sánchez Robayna
***
Pinturas antiguas en Florencia

II
El puente y el río, las plazas y las calles
ante mí se ofrecían; estaban a mi alcance
a través del translúcido baño de aire vivo
cual si fueran visiones de bola de cristal.
Y de cuanto yo vi, y de cuanto alabé,
lo más digno de encomio y más bello a la vista
fue ese asombroso campanario de Giotto.
Pero ¿qué causó en mí más allá del asombro?

III

Dime Giotto, ¿cómo, con esa alma tuya
has podido engañarme cuando tanto te amaba?
Si bien un corazón aguanta algún desprecio,
no deja de sentir, ¡sabedlo tú y los tuyos!
La verdad, yo no sé por qué habría de importarme
el romper un silencio que a ellos les conviene;
mas la cosa resulta ya menos llevadera
cuando veo que un Giotto se une a los demás.

X

Ahí tenéis al Maestro; ¡contemplad, pues, amigos,
en qué queda la obra de un hombre! La planea,
la hace y perfecciona, además se disculpa
por todos sus esfuerzos, pero después, ¡sic transit!
¡Más felices trabajan los ciegos ahorrativos,
vuelto hacia arriba el ojo, ocupada la mano,
sin mirar de soslayo la moneda del otro!
Es mirar hacia abajo lo que produce vértigo.
(...)

Versión de Fernando Toda
***
Encuentro nocturno

El mar gris y la extensa tierra negra;
La medialuna grande, baja y amarillenta;
Las atemorizadas olas breves que saltan
Desde su sueño en encendidos círculos,
Mientras gano la cala con impulsiva proa
Y sofoco su marcha en la arena fangosa.

Una milla de cálida playa fragante, luego;
Tres campos que cruzar hasta ver una granja;
Un toque en el cristal, el rápido raspado
Y el borbotón azul de un fósforo encendido,
Y una voz menos fuerte —debido a gozo y miedo—
Que los dos corazones golpeando al unísono.

Versión de Andrés Sánchez Robayna
***
De El último paseo a caballo juntos

V

¿Sólo yo fracasé en palabras y actos?
¿A quién el triunfo su esfuerzo recompensa?
Seguimos cabalgando; sentía mi espíritu volar,
veía otras regiones y ciudades nuevas
mientras pasaba el mundo a nuestros lados.
Pensé que todo esfuerzo, por pequeño que sea,
puede el fracaso hacer que se ennoblezca.
Contempla el final de una obra y contrasta
lo poco hecho con la vastedad de lo no hecho,
¡este presente con el pasado esperanzado!
Esperaba que me amara; ahora cabalgamos.
***
X

Y, sin embargo, ¡ella apenas ha hablado!
Y si el cielo fuera eso, la fuerza y la belleza
que da la juventud y mirar únicamente
donde brotan las flores primeras de la vida,
¿seguiríamos viviendo así para siempre?
¿Y si seguimos cabalgando, nosotros dos,
con la vida antigua y nueva, eternamente,
con algunos cambios pero no esenciales,
hecho el instante eternidad,
y probando el cielo que ella y yo cabalgamos,
cabalgamos juntos, cabalgamos para siempre?

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char