sábado, 30 de marzo de 2013

Pues hay en el mundo más llanto del que puedes entender


WILLIAM BUTLER YEATS
(Dublín, Irlanda, 1865 -Roquebrune-Cap-Martin, Francia, 1939)

El niño robado

Donde se zambullen las montañas rocosas
Del bosque de Sleuth en el lago,
Hay una boscosa isla
Donde las garzas al aletear despiertan
A las soñolientas ratas de agua:
Allí hemos ocultado nuestras tinajas encantadas,
Llenas de bayas
Y de las cerezas robadas más rojas.
¡Márchate, oh niño humano!
A las aguas y lo silvestre
con un hada, de la mano,
pues hay en el mundo más llanto del que puedes entender.

Donde las olas del claro de luna alumbran
Las oscuras arenas grises con su brillo,
Lejos, en el lejano Rosses
Nosotros caminamos por ellas toda la noche,
Tejiendo viejas danzas,
Juntando las manos y juntando las miradas
Hasta que la luna emprende el vuelo;
Saltamos de un lado a otro
Y cazamos las burbujas de la espuma,
Mientras el mundo está lleno de problemas
Y duerme con ansiedad.
¡Márchate, oh niño humano!
A las aguas y lo silvestre
con un hada, de la mano,
pues hay en el mundo más llanto del que puedes entender.

Donde el agua errante cae
Desde los cerros a Glen-Car,
En lagunas entre los rápidos
Que casi podrían bañar una estrella,
Buscamos las truchas que dormitan
Y susurrando en sus oídos
Les damos sueños inquietos;
Inclinándonos con suavidad desde
Los helechos que lloran
Sobre los jóvenes arroyos.
¡Márchate, oh niño humano!
A las aguas y lo silvestre
con un hada, de la mano,
pues hay en el mundo más llanto del que puedes entender.

Con nosotros se marcha
El de mirada solemne:
Ya no oirá el mugido
De los terneros en la cálida colina
O a la tetera en la cocina
Cantar paz para su pecho,
Ni verá el cuello pardo de los ratones
Alrededor del cajón de la harina de avena.
Pues se viene, el niño humano,
A las aguas y lo silvestre
Con un hada, de la mano,
Desde un mundo con más llanto del que puede entender.

Versión de Loreena McKennitt
**
(THE STOLEN CHILD) 


Where dips the rocky highland 
Of Sleuth Wood in the lake, 
There lies a leafy island 
Where flapping herons wake 
The drowsy water-rats: 
There we've hid our faery vats, 
Full of berries 
And of reddest stolen cherries. 
Come away, O human child! 
To the waters and the wild 
With a faery, hand in hand, 
For the world's more full of weeping than you can understand. 

Where the wandering water gushes 
From the hills above Glen-Car, 
In pools among the rushes 
That scarce could bathe a star, 
We seek for slumbering trout 
And whispering in their ears 
Give them unquiet dreams; 
Leaning softly out 
From ferns that drop their tears 
Over the young streams. 
Come away, O human child! 
To the waters and the wild 
With a faery, hand in hand, 
For the world's more full of weeping than you can understand. 

Away with us he's going, 
The solemn-eyed: 
He'll hear no more the lowing 
Of the calves on the warm hillside 
Or the kettle on the hob 
Sing peace into his breast, 
Or see the brown mice bob 
Round and round the oatmeal-chest. 
For he comes, the human child, 
To the waters and the wild 
With a faery, hand in hand, 

From a world more full of weeping than he can understand.
***

Uno de los grandes problemas de la vida es que no podemos tener ninguna emoción pura. Siempre hay en nuestro enemigo algo que nos gusta, y en nuestro amor algo que nos desagrada. Es este enredo químico lo que nos hace viejos, y nos arruga la frente y hace más profundos los surcos de nuestros ojos. Si fuéramos capaces de amar y odiar con tan buen corazón como los Sidhe, podríamos volvernos tan longevos como ellos. Pero hasta que llegue ese día sus incansables gozos y pesares siempre habrán de constituir la mitad de su fascinación. En ellos jamás se agota el amor, y las órbitas de los astros no pueden rendir a sus pies danzantes. Los campesinos de Donegal se acuerdan de esto cuando se doblan sobre la pala, o se sientan junto a la criba, al anochecer, absortos en la pesadez de los campos, y cuentan historias sobre lo que no se puede olvidar.

Traducción de Javier Marías
De El crepúsculo celta
**
Para leer más del autor, aquí

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char