FORD MADOX FORD
(Merton, Surrey, Inglaterra, 1873-Deauville, Francia, 1939)
AMBERES
(Fragmento)
Agosto cien mil horas,
Y todo septiembre,
Cientos de miles, interminables días soleados,
Y mitad de octubre como mil años
¡Y el juicio final!
Eso era entonces Amberes...
En el nombre de Dios,
¿Cómo pudieron hacerlo?
Aquellas almas que normalmente buceaban
En las sucias cavernas de las minas;
Que normalmente se desperdigaban
En casuchas encaladas; bajo desordenados álamos;
Que arrastraban palas embarradas, sobre el herboso barro,
Andando cansinamente hacia el trabajo sobre grasientos terrones.
Aquellos hombres, con apariencia de tierra compacta
Eran más valientes que cualquier lánguido sacerdote
Jamás confesados...
Y no es cuestión de que les recemos un salmo.
Si encontráramos las palabras no habría viento que las recitara
O una melodía que las trompetas pudieran tocar
Chillaría a través del cielo que es nuestro o todavía de Alá.
O de los amplios salones de cualquier Valhallas.
No podemos componer semejante motete. Así que todo lo que podemos expresar en sonetos, elegías o canciones
Es esto:
En el nombre de Dios, ¿cómo pudieron hacerlo?
Porque no hay nada nuevo bajo el sol
Solamente este hosco hombre con un arma humeante
En la tristeza...
¿Qué diablos ganará con esto?
Cavando un agujero en el barro y estando de pie todo el día bajo la lluvia
Esperando su destino
El golpe brusco, el rápido fluir de la sangre
Hasta la trinchera de barro grisáceo
Que gira hacia un sumidero marrón morado allí cercano
Bien, ha habido cicatrices
Ganadas en muchas guerras
Púnicas
...Guerras de Napoleón, guerras de fe, guerras de honor, por amor, por ambición
Pero este belga en su fea túnica
Su fea gorra redonda, disparando,
Defendiendo su miserable tierra
De pie con un rifle húmedo en su mano...
¡Destino!
El lo encuentra en una repentina escaramuza
Y se tumba, y un bulto desagradable sobre la hierba empapada
Una imagen que tardará en olvidarse.
III
Porque los héroes del Hélade de blancos miembros montan sobre sus caballos
Para siempre a través de nuestros cerebros.
Los héroes de Cressy montan sus sementales;
Y batallones y batallones y batallones-
La vieja guardia, la joven guardia, los hombres de Minden y de Waterloo,
Adelante, por siempre leal
De pie, por siempre verdad,
Y el pequeño hombre con su gran panza
Y el abrigo gris, y el amplio sombrero, y las manos tras la espalda
Los ve pasar
En nuestras mentes para siempre...
Pero ese montón de... empapados
Sobre la húmeda hierba belga-
Esa es una extraña y nueva belleza.
IV
Sin especiales leyendas de batallas, o triunfos o servicios
Seguramente ese es el camino
El sendero de la belleza...
Y esa es la más elevada palabra que puedas encontrar
Porque no puedes elogiarlo con palabras
Compuestas de liras y espadas,
Pero la idea de tristeza y lluvia
Y la fea figura abrigada, de pie junto a la zanja
Se consumirá en tu cerebro
Y tú dirás de todos los héroes “Lucharon como belgas”
Y dirás “forjó como un belga su destino de tristeza”
Y dirás “Compró como un belga"
Su perdición
Y será un nombre honorable
“Belga” será una memorable palabra
Tan honorable como la fama de la espada
Tan honorable como el recuerdo de los acordes de la lira
Y su viejo abrigo parecerá tan hermoso como las fábricas de telas en Tiro
V
¿Y por qué demonios lo soportaron?
No lo sé
¿Y por qué diablos se atrevieron?
Quizá se deba a mi inclinación a comprender.
Ellos pudieron muy bien haber visto cientos de legiones pasar
Sobre sus campos y entre sus ciudades
Bajar hacia las regiones del sur
Pudieron muy bien haber permitido a las legiones pasar hacia sus bosques
Y haber guardado sus vidas y sus mujeres y sus hijos y su ganado y bienes
No lo entiendo.
¿Era sólo por amor a sus tierras?
Oh pobres desgraciados
¿Puede un hombre amar tanto su tierra?
Dales miles y miles de pésames
Y ríos y ríos de lágrimas
Para lavar la sangre de las ciudades de Flanders.
VI
Esto es Charing Cross
Es medianoche
Hay una gran multitud
Y no hay luz
Una gran multitud, todo oscuro, que apenas cuchichea en voz alta
Seguramente, esa es una mujer muerta
Tiene cara de muerta. Está vestida entera de negro
Deambula hasta el quisco y vuelve
Hacia el fondo de la multitud
Y regresa de nuevo y de nuevo regresa
Se tambalea y deambula
Esto es Charing Cross
Es la una en punto.
Todavía hay una gran nube y muy poca luz
Inmensos rayos de sombras sobre la oscura multitud
Que apenas se oye susurrar...
¡Y ahora!... Esa es otra madre muerta,
Y hay otra y otra y otra...
Y un niño, todo de negro.
Todos con caras muertas, esperando todos en salas de espera,
Deambulando desde las puertas hasta las de espera
En la débil penumbra
Estas son las mujeres de Flanders:
Esperan la pérdida.
Esperan la pérdida que nunca abandonará el muelle;
Esperan al que nunca vendrá de nuevo en tren
A los abrazos de todas estas mujeres con caras de muertas:
Esperando la pérdida del que yace muerto
en la trinchera y en la barrera y en la fosa
En la oscuridad de la noche
Esto es Charing Cross: Es más de la una en el reloj
Hay poca luz
Hay tanto dolor
Y fue por esto por lo que soportaron esta tristeza;
Este octubre como Noviembre;
Ese agosto como cientos de miles de horas,
Y ese septiembre,
Cientos de miles arrastrando días soleados
Y mitad de octubre como miles de años
¡Oh! queridos desgraciados.
Traducción Ignacio Pemán
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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