jueves, 28 de marzo de 2013

Cada tanto hay que gritarle: ¡Párese derecha!

Tomada de edicionesgogymagog.blogspot.com
EDUARDO AINBINDER
(Buenos Aires, Argentina, 1968)

Acaso se multiplicarán
como los males y las pestes? No, odiada y odiado hasta ser uno solo, ya no susceptible de adoptar cualquier forma, ni siquiera la infancia o una vida anterior recuerdan su antigua forma humana cuando la madre de todas las cosas ya era lo que es hoy: una anciana requetevieja a la que no se le ven los ojos ni la cara, arrastra los pies y como encorva cada vez más el lomo cada tanto hay que gritarle: ¡Párese derecha! Odiada en el odiado dirige a la madre de todas las cosas la suma de su odio, detesta lo disperso
y también a quienes juntan palabras.
***
Sépanlo:
nuestra forma de gobierno se da mediante un mecanismo de poleas, cuando sube al poder un enano baja un gigante, o viceversa. Mi filosofía no ha ido más allá de escribir insultos contra el régimen en el interior de las grutas que otros inmediatamente leerán como elogios ya que veinticuatro horas al día funciona la maquina de transformar vituperios en alabanzas. Con más acierto andaban quienes dejaron escritos sus consejos amorosos en un abanico, lo sé. Y como de escribir en las grutas diatribas contra el régimen no se vive, ante la mirada atenta de mi superior, puloi en mano, limpiando cacas e insultos
de la estatua del tirano de turno, voy.
***
Mapas
En el apasionamiento de
un bostezo. Esos encuentros.
En lo estrecho. Como en la
oscuridad –La nitidez del
dolor- de darse las bolas
contra la mesita
de luz:
el ojo y la luz: una cita
truncada en el torrente.
Una rima mal
hecha
***
VIDENTES, PESIMISTAS, FALSOS PROFETAS

Algunos animales, no sé cuáles,
y esos muñecos de pies redondos
que caen siempre bien parados
saben lo que va a pasar y aun así
la pregunta es por el mañana;
sentada sobre mis rodillas interroga:
-Usted señor, mañana, ¿a qué hora se levanta?
-Temprano, a la hora de los fusilamientos
y salgo a trabajar junto a esa gran mayoría
vividora del comercio consistente
en comprar a desprotegidas ancianas
sus antiguallas por centavos, para venderlas
a precio vil al mejor postor, que no es sino
un revendedor que a su vez adquiere “la pieza”
para venderla al triple y así sucesivamente.
Con una salvedad; los de nariz colorada
estamos condenados a la atención al público,
y el público, por nuestra negligencia,
por nuestra reticencia, por nuestro desgano, nos condena.
Me levanto temprano, a la hora de los fusilamientos.

No hay comentarios:

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char