lunes, 2 de diciembre de 2013

Es una cuestión de honor

MARGARITA RONCAROLO

(Argentina, 1950) 

POR LAS GRANDES PRADERAS DE MANITÚ

I
Mira que
he visto salas de terapia intensiva
pero en una me he visto yo
supongo que era de noche
me he visto donde me tenía que ver
en una cama alta con barrotes a los lados
y he visto a la enfermera jefe
Gran Toro Sentado
bailando una danza guerrera
con plumas en la cabeza
dando alaridos
trazaba círculos entre las tiendas
(las tiendas estaban separadas por mamparas blancas)
y yo la veía desde arriba
desde lo alto del acantilado
a la enfermera jefe
Gran Toro Sentado
bailando la Danza de los Espíritus

y yo la he visto
la espalda con las flechas y el carcaj
cantar y ulular
en la espesura
arrastrando los pies

hay una niebla tenue y espectral
la veo desde arriba
en el fondo un rebaño de búfalos
y yo la veo
óyeme, soy pequeña y débil
en la oscuridad del bosque
¡oh Gran Toro Sentado!

y la cosa funcionaba.
**
II
Más tarde, al otro día
ha aparecido -en la misma sala-
un pajarito parado sobre el tubo de la luz.

He dudado

el sol de frente encandilaba y los búfalos del fondo habían arrancado en estampida la niebla se había disipado pero ahora era el polvo el que no quería bajar

pero al fin he preguntado

(a otra enfermera, ésta tiene el rostro colorado y manos de campesina)

con fervor le he preguntado:

¡oh Tomahawk Rojo!

si eso, ahí, por supuesto, el pajarito
en la primera roca
en línea recta con nuestros ojos
al costado de la caída de agua
un poco al norte del Río Bravo

es águila o cuervo Ud. sabrá ¡oh Tomahawk Rojo! la una anuncia victoria el otro sólo carroña

y la he visto
he visto torcérsele el cuello
para torcer el gesto
que no se note
que yo no vea
que no la arrastre

al precipicio
en el que podrá rodar.
***
La revolución es un sueño eterno
(a castelli
a kafka
a rivera)

Si en los cinco minutos siguientes / no recibo el fax de la Obra Social a la que pertenezco / con el sello.
AUTORIZADO /
que me AUTORIZA a hacerme
una radiografía seriada esófago-gastro-duodenal
por diagnóstico presuntivo de hernia hiatal

voy a agarrar el fuentón que está colgado en el patio / y voy a salir a la calle/ sola /
semidesnudada
una piel alrededor de la cintura
el pelo revuelto
las tetas al aire
y cual cacerola voy a batir el fuentón
/ sola /
/ avanzando / sola / por el medio de la Avenida Corrientes
a contrapelo del tránsito
el brazo que me hierve
enarbolando el fuentón
en la luz espectral del mediodía
y voy a / avanzar /
por el medio de la Avenida
sola / sorda y demente
y voy a / avanzar /

es una cuestión de honor

y la gente se va a asomar a los balcones
con antorchas encendidas
y va a desplegar pancartas
y carteles
y arrojará confetti
guirnaldas y cintas de papel de máquinas de sumar
(y las máquinas de sumar también)
ovación ovación

crece la pirámide de papel
(también me crecen unos rayos de sol en las espaldas)

se encolumnan tras mis pasos / miles de manifestantes / la gente germina como el poroto / todas las asambleas barriales / envían sus delegados / a ver
 
Viejecitas / y viejecitos í aplauden / a mi paso.
Tiemblan las manos que reparten estampitas.
En las estampitas aparezco yo de perfil / con el mentón apoyado /
levemente / sobre el puño / sombra de puño / todavía no es puño / que es
estampita.

Voy escupiendo fuego / por la boca voy escupiendo fuego / con un hisopo
gigante me introduzco querosén hasta la campanilla y el fuego me resbala
sobre la pollerita blanca a tablitas.
Con las botitas rojas / aplasto los charquitos de querosén
para que no se me quemen los volantes.

Los volantes que reparto / la masa se los disputa / me arrebatan los volantes
de las manos /los volantes dicen
los volantes dicen
los volantes DICEN.
***
DICIEMBRE

Ahora viene la parte en que
avanzando desde el fondo,
con las ruedas desplegadas
al barlovento de las vías,
se acerca contra el viento
una zorra de mano.
Señal de que entonces
tenemos tiempo.

No hay comentarios:

Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char