Créd.: I.G. |
(Buenos Aires, Argentina, 1979)
Novelista
¿Será posible entonces que todo cobre sentido de repente,
como si agarraras diez años de tu vida y batiéndolos rápido
los volcaras en el formato preexistente de una novela?
No es tan fácil, parecen repetir, una y otra vez,
hombres que miran desde la ventana de un bar.
Ellos también se hicieron la misma pregunta antes,
mucho antes de que en vos naciera el germen
de esta fuerza que te obliga a caminar en redondo.
Algunos, tras responder negativamente,
dedicaron otra década a amaestrar un perro,
cultivar tomates en el jardín de su casa o convertirse
en coleccionistas de un objeto antiguo y anodino.
Cuando más tarde volvieron con ímpetu a la carga
buscaban mentalmente moldes donde verter su vida:
diez años acá, cinco allá, veinte en una frontera.
Sin embargo, el problema no era de forma sino de fondo.
No estaba, como el vino, añejándose en una bodega profunda
la experiencia, esperando el momento del descorche;
había escapado, quién sabe cuándo y por qué orificio,
dejando en su lugar como un inmenso depósito
donde flota, sin llegar a evocar nada, un perfume familiar.
***
En la barranca
Un judío y tres rusos, dos judíos, cuatro chinos,
un peruano, dos negros, un boliviano, un chino,
de casa al trabajo, del trabajo a yoga, a coto,
del trabajo al chino, al trabajo, a casa,
online, off line, dos coca colas, un judío,
otoño, otoño, cuatro bolivianos y un ruso,
online, una coca cola, una cola de dos o tres,
una cola larguísima y en la cola un peruano,
invierno invierno oh, una coca fría,
una cola lenta y en la cola un chino solo,
bilingue, un argentino monolingue,
un ruso que dice gracias, gracias, grrrr,
primavera, un kiosquito, un súpermercado,
que florezcan miles de kioscos y en la vereda un ruso,
que florezcan miles de supers y en la vereda
un chino de pie fumando, verano, venceremos,
verano, ehhh! verano, spaziva, spaziva.
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