martes, 25 de febrero de 2014

En este instante nada de lucha, de libertad, de esposa

NÂZIM HIKMET
Tomada de www.sinematurk.com


Salónica, Imperio Otomano
(hoy Turquía, 1901-Rusia, 1963) 

CÁRCEL DE ANKARA
Nº3

Hoy es domingo.
Hoy, por primera vez, me sacaron al sol.
Y yo, por primera vez en mi vida,
extrañado de ver
que el cielo está tan lejos de mí
tan azul
tan inmenso
me quedé inmóvil.
Luego, respetuosamente, me senté en la tierra,
apoyé mi espalda contra la pared.
En este instante nada de hundirme en las olas,
en este instante nada de lucha, de libertad, de esposa.
La tierra, el sol y yo…
Soy feliz…

(1938)
***

Un guardia
obtuso
lleva conducida
a una pareja que se amaba en el campo.
En el café del pueblo
el viejo abuelo de barbas blancas
murmura su oración con acentos profundos
y escupe a la cara
de la pareja que pasa,
mientras mira con deseo al camarero adolescente.
***
TRISTEZA

¿Será esta tristeza
la nostalgia de querer estar donde no puedo estar
en estos soleados días de invierno?
Por ejemplo, en Istambul, sobre el puente,
por ejemplo, en Adana, entre albañiles,
por ejemplo, en las montañas de Grecia, por ejemplo en China,
por ejemplo, a la cabecera
de la que ya no me quiere.

¿Que al menos no sea un juego
todo esto?

¿No será un sueño lo que me hizo caer en este estado?
¿No será la soledad la que se abalanzó sobre mí?
¿No será que hemos apoyado ya la escalera en la cincuentena?

Esta tristeza mía,
esta segunda fase de mi tristeza
ha de andar de puntillas
y marcharse como llegó.

Basta con acabar este poema.
Basta con que una carta llegue
o que escuche una noticia en la radio.
**
Tomados de escomberoides.blogspot.com.ar
Traducción: s/d

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char