viernes, 7 de febrero de 2014

Soy demasiado humano para vivir en paz

HERNÁN MIRANDA CASANOVA 
Tomada de revista cinosargo

(Quillota , Región de Valparaíso, Chile, 1941) 

“A NADIE DARÉ UNA DROGA MORTAL...”

Aquí estoy solo con mis pócimas, mis escalpelos,
mis uñas rotas, mis salpicaduras.
Aquí con mi intranquila conciencia.
Aquí con mi mundo perturbado.

Aquí, con mi cadáver desnudo sobre el mármol
y el tiempo que aquí debería ser abolido.
Somos los mismos. Los que tuvimos un día
la capacidad de asombrarse.

Cartílagos sólo hay, sólo huesos.
Debo suturar desgarros que yo no produje.
Debo hacer coincidir las piezas de un cráneo.
Soy demasiado humano para vivir en paz.

Pero quién se sonreirá por ti algún día.
Pero quién repetirá después las cosas que tu dijiste.
Pero quién cometerá tus mismos errores.
Pero quién heredará tu desencanto.

Morirse pero contemplar tu propio funeral.
Pero huir y ser testigo de tu fuga.
Pero perderse y participar en tu propia búsqueda.
Pero se trata de estar aquí y en otras partes.

Pero yo soy un cirujano fiel a su juramento
y seguiré cortando tendones, removiendo las vísceras
sin lograr ver en ellas el futuro
y a nadie daré una droga mortal.
***
TODO ENCAJA EN TODO ARMONIOSAMENTE

El macho encaja en la hembra y la hembra en el macho
tal como el cuchillo encaja en los labios de la herida sangrante
y el árbol de corteza arrugada en el paisaje que lo rodea.
Cada palabra encaja como un rompecabezas dentro de lo conversado
así como una mirada encaja entre otras miradas
o la columna atacante en el espacio del enemigo
que se repliega a duras penas.

El extremo oriental del Brasil encaja en la costa occidental de África
y el cuerpo del atormentado en el instrumento que lo lacera,
la mano del ladrón con su presa.

El vuelo de un pájaro y la caída de un pájaro encajan
y el fusilado en las balas que lo perforan
y el niño en su madre
y una boca que besa en otra boca que devuelve el beso.
La línea quebrada de las montañas encaja en la línea quebrada
del cielo que hay sobre las montañas.
El río encaja en su cauce
el mar en su lecho cóncavo
y en su cuenca el ojo lloroso y la llave en la cerradura.

Todo encaja con todo
y no parece tarea fácil desligarse de este designio.
Cómo separar al muerto de su ataúd
o la partida del viajero de su regreso.
Todo se relaciona con todo
y hasta el que se esconde en una isla solitaria
encaja como un alfiler en la solapa del olvido.
Cada cosa se disuelve dentro de otra
y hasta “el camino de subida es el mismo camino de bajada”.

Al poema le es dado envolverlo todo,
evidenciar las relaciones que hacen posible
la armonía del caos.
***
LOS POETAS SE JUNTAN DE A TRES

Antes de morir
los poetas se juntan de a tres
a conversar en una esquina

Dos poetas conversando en la esquina
son una incógnita
Tres es el número preciso
Y han de juntarse al azar

Cuando uno va el otro viene
y el tercero espera a alguien
o se ha detenido en esa encrucijada
sin saber qué camino tomará

Puede tratarse de éste, de aquél
o el de más allá
Lo importante es que escriban poemas
y que la gente sepa que es eso lo que hacen
cuando a solas se encierran en sus cuartos
y permanecen horas y horas meditando
frente a una hoja de papel
Estos poetas que de a tres se juntan en la esquina
pueden llamarse de la forma que usted quiera
Para abreviar yo les pondré un apelativo

A ese hombre de pelo entrecano llamémoslo Martín
Al de rostro endiablado y melena enrevesada
el porvenir lo distinga a secas como Enrique
¿Y al tercero? Al tercero le corresponda
ser Rolando

Martín, Enrique y Rolando
se juntan cierto día en una esquina
Se los ve desde lejos enfrascados
en una charla calmada
¿Qué dice cada uno a los otros dos vértices de este triángulo?
¿Por qué se les ve inclinarse levemente
hacia el centro del ruedo
como para poder escuchar mejor las mutuas voces
musitadas?
¿De qué hablan?
¿De qué hablaban
cuando este cronista solitario
los observó una tarde conversando en una esquina?
¿O es que se concertaron para juntarse ahí
ese día y en esa esquina
para dejar una imagen clara en la retina del testigo?

Los poetas se juntan de a tres a conversar en una esquina
antes de empezar a morir
uno después de otro
De lo que hablaban no es asunto que tome estado público
Se juntan, de a tres, y se escuchan atentos y se miran
sentenciosamente
Los poetas se juntan a conversar en una esquina
antes de morir
Primero Enrique, por ejemplo, y después Martín y Rolando
para cerrar la ronda
Los poetas se juntan de a tres y allí los tengo en la memoria
Tres es el número justo por ahora
Cuatro podría ser redundancia
Y por eso no hagan intento de acercarse a un ruedo
que tras ese día debía empezar a disolverse
después de posar para esta fotografía.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char