HORACIO FIEBELKORN
(La Plata, Argentina, 1958)
Bajo consumo
No es este bar lo que está enfermo.
Siglos de visiones torcidas hicieron lo suyo, pero
todo es culpa de esa lámpara que esparce
una luz extraña y llena de dudas.
No está enferma la cena de urgencia,
ni la botella de Pineral que intercambia moscas
con la de Veterano Osborne –de donde
podría derivar la palabra sbornia–.
No están, no estuvieron, nunca, enfermos,
los que no duermen, los que miran televisión
o boquean ante la pantalla. Tampoco
los parroquianos están apestados,
no lo estuvieron ayer, no lo estarán,
y hace demasiado calor para pensar
en que la luz es tísica, palabra que antaño
tuvo un prestigio que no aparece
ahora en escena.
Todo es culpa de esa lámpara,
centinela que
viene a revelar que en lugares así
y en noches como esta, tu vida no es
un interrogante
sino el buzón de las malas noticias del verano.
***
Caminata lunar
Pensamientos fríos, los actos propios
del cuerpo del amor empaquetado
en lo que está a medio decir. Encerrona:
caída en los pozos, el callar
de los pozos al tragar el cuerpo del amor
con marcas de dientes en los labios. No hay
donde sostenerse, ni colchón donde desmayar.
La más perra verdad de lo que nunca
es cierto: flores en el culo de la luna ausente,
lengua cortada que nunca se va.
El cuerpo que camina sin echar sombra,
la rabia blanca para iluminar lo que queda de oscuro
en las manchas de sangre seca.
Ojos más muertos que vivos para ser
tirados con una honda contra los vidrios
de la ventana de una casa a medio desarmar,
y nada más que niebla, nada más que
humedad en los zapatos.
De El sueño de las antenas, Ediciones Vox, Bahia Blanca, 2013.
***
1-¿Dónde se encuentra el germen de tu creación?, quizás, si es por el origen, ¿cómo te involucraste, cómo caíste? Y si es por el método: imagen, contenido, experiencia, sonido; ¿qué gatilla el poema?
Siempre es una imagen. Puede estar asociada a una idea, o a una sonoridad, pero la imagen se impone con todas sus alianzas, y puede tener cualquier procedencia. Viene tanto de una observación, una lectura de algo, un sueño o un boludeo de la mente. Hay un juego con esa imagen, con las palabras que propicia, un tira y afloje que puede durar minutos o semanas enteras.
2- Las influencias son necesarias e inevitables, a veces hasta deseables pero ¿cómo logra liberarse de ellas? ¿Se es más libre cuando se han sacudido las influencias?
Siempre son deseables. Somos, ante todo, lectores. Prefiero hablar de diálogo y no de influencias. Si nos vamos metiendo en este bardo es precisamente porque leímos algo que nos movió el piso y nos hizo pensar que podemos lograr algo así. Pero vamos cambiando, y esa mutación también hace renovar las lecturas y el diálogo cambia de interlocutor. El día que no tengamos más diálogo habremos terminado, porque implicará un cese de nuestra condición de lectores críticos. Si no hay diálogo el amor se acaba. Y si no hay amor por el oficio, estamos jodidos.
3- ¿Cree que la poesía actual hecha en Argentina es comparable a aquella de los años vanguardistas construida en torno a la revista Martín Fierro, y sus grupos de Florida y Boedo?
No. No creo en eso, en absoluto. No recuerdo quién fue, hace no mucho, que medio planteó ese asunto, como que hay un “boedismo”, orientado al realismo o algo así, pero me parece traído de los pelos. Y si vamos a la historia de la poesía argentina, verás que, por ejemplo, tres poetas de clara vocación popular, como Marechal, Olivari o Tuñón, no militaban en Boedo sino en Florida. Si ahora hay alguna vanguardia o neovanguardia o como lo quieras llamar, no lo sé. Y mucho no me interesa. No es por ese lado que una obra puede interpelarme. He visto a mucho salame poniendo cara de “yo soy artista”, ví más de una muestra en las que cuelgan unos cartones de un piolín y las llaman “instalación”.
4-¿Qué te parecen los mecanismos alternativos de difusión de las obras poéticas? que han sido alabados en igual medida que criticados?
Me parecen muy bien. Yo los uso, así que mal podría objetarlos. Aunque dudo que los nuevos soportes puedan reemplazar al libro, al objeto impreso. De todas maneras, la difusión alternativa, para llamarla así, existió siempre. O sea, siempre hubo autores que leen su obra en voz alta, o imprimen afiches, o hacen de su poema una pintada. Desde hace unos años pareciera que la difusión alternativa es un invento de la web, y no es así.
5- Cual es el pacto que estableces con el lector? ¿Es populista hacerse entender? el virtuosismo, es soberbia?
No hay nada que pactar con el lector. Lo único que me preocupa es lograr un texto que eventualmente invite a ser leído por segunda vez. Pero para eso prefiero despojarme de toda clase de guiños, o señas de pertenencia. Eso me lleva bastante trabajo como para tener que preocuparme, encima, de que el lector me entienda o me admire.
6-¿Creés que el poeta, como tal, tiene un compromiso social particular, o más bien se trata de una sensibilidad más expuesta a los males de la sociedad?
No veo que tenga que ser diferente del caso de un tornero o un plantador de tomates. Los males de la sociedad, o de la época, o como lo quieras ver, tienen víctimas en cantidades que superan en mucho a los sensibles poetas. Por otra parte, no creo en las cargas extraliterarias que suelen adosarle al oficio. Como personas, nos cabe la política como a cualquiera. Pero de ahí a pensar que el sensible poeta tiene que ser, por contrato moral, vocero de alguna causa particular, hay una distancia grande.
7- Hay varios lugares comunes: toda poesía es política, el subjetivo es político, etc. Cómo, según tú, se articularía lo político en literatura, desde el retrato. Desde la queja? Desde la disección de la realidad?
No tengo ni idea. No es un asunto que me quite el sueño. Me interesa más crear mundos que reflejarlos o denunciarlos. Así y todo, hay tensiones de la vida y de la historia que aparecen, una y otra vez, en esa segunda realidad que dialoga con la primera. ¿Es político eso? A lo mejor. Pero si aparece no es parte de un plan. Aparece por el peso de las cosas.
8- Cuál fue el último libro de poesía que leíste?
El hit del verano, de Ramiro García y Tomás Boasso.
9- Cómo te sitúas en el dilema arte premeditado v/s arte no premeditado; mapa del poema v/s escritura sobre la carne caliente del asunto?
No veo ahí ningún dilema. Cada uno es lo que es, y va con su temperamento a cuestas. Escucho todo el tiempo la voz del instinto. Un poema empieza, lo dejo, lo retomo. Y a partir de cierto momento, escucho el camino que me va sugiriendo, casi como al dictado, ese poema a medio hacer. Hay quienes escriben poemas, y quienes escriben libros. Yo escribo poemas. El libro se me arma en un momento posterior. Me llevo bastante bien con mi componente irracional.
10- Según tu criterio. Que poeta vivo que habría que releer en la actualidad?
Arnaldo Calveyra, Charles Simic. Dos maestros de la poesía en prosa.
Tomado del blog 10preguntaspara1poeta
*Octubre del 2011
Horacio Fiebelkorn Nació en La Plata en 1958. Vive en Buenos Aires.Publicó “Caballo en la catedral” (Ediciones El Broche, La Plata, 1999) y “Zona muerta” (La Bohemia, 2004).Integró una antología de poetas platenses en 1998, y la “Antología de poesía erótica argentina” (Editorial Manantial, 2002). "Elegías" (2008), "Tolosa" (2010), "Sobre o tempo que se perde em buscar o tempo perdido" (2011, Sao Paulo) Fue co-editor del tabloide de poesía “La Novia de Tyson”.
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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
René Char
No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char
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