sábado, 1 de marzo de 2014

Está ahí quieta delante del genio

JULIÁN BEJARANO
Tomada deelpoetaocasional.blogspot.com


(Capital Federal, 1983. Reside en Paraná, Entre Ríos, desde 1989)

La italiana

la mujer tiene cara de hombre
pañuelo colorado que le tapa más de la mitad de la cabeza
que deja entrever un flequillo stone

ojos saltones nariz grande y labios pintados de rojo
con las palmas cruzadas apoya toda la fuerza del cuerpo
a una pollera colorida

que tiene un arco de alambre que si estuviera parada
se vería que a sus piernas
las tapan una esfera cortada a la mitad

la mujer no dice nada
parecería ser que ni las margaritas
que sostiene en una de sus manos

lograron moverle aunque sea un pelo
es dura como la tensión de los celos cuando arranca un noviazgo
está ahí quieta delante del genio

pero preferiría estar en la cocina amasando
para la cena o el almuerzo
eso se le nota en la cara de acá a la China.
***
Las comedoras de patatas

es invierno
y todas
los que rodean la mesa tienen gorro

una le ofrece azúcar
a la que está sirviendo el café
en cuatro pocillos iguales

en la otra punta de la mesa
la que corta las papas en rodajas
mira a los ojos a la que acerca

su mano a la bandeja
una luz a fuerza de kerosene
ilumina el momento irrepetible

de una mujer de espalda
de otras sirviendo
y de la pava casi saliéndose del cuadro.

de La silla, libro inédito.
***
A una adolescente pobre que vuelve sola de la disco

Es obvio que venís de la disco.
Anoche fuiste Deneb dando giros
en el centro de la pista y ahora
no sos más que una supernova
un tanto apagada, entre el amanecer
podrido de más allá de la ventanilla
del colectivo.
Seguramente, durante la madrugada,
fuiste un objeto recurrente
para manos un tanto tercas,
con ideas fijas.
Ahora que el rouge se corre
y da un aspecto mañanero y desprolijo,
pensás en los besos zarpados que recibiste
y un poco sonreís para adentro.
Tal vez no lo sepas pero la intoxicación
con alcohol de anoche te subirá
a la cabeza más tarde, cuando despiertes
y al tiempo de orinar en el baño,
vayas armando el rompecabezas
de las escenas de la noche anterior.
Finalmente vas a sacarte las medias
y después el pantalón, pero antes de acostarte,
vas a recordar algo, entonces
vas a ir semidesnuda y en puntas de pies
hasta la cocina para tomar un vaso de agua.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char