viernes, 28 de febrero de 2014

¿O es que preferiste las manos semiabiertas a las cerradas por abrir?

DOROTHY PARKER
Tomada de www.diariodenavarra.es 

Dorothy Rothschild
(Long Branch, Nueva Jersey, EE.UU., 1893-N.Y., 1967)

Coincidencia desafortunada

Desde el momento en que jures que sos suya,
Temblando de emoción, suspirando,
Y él jure que su pasión es
infinita, que está siempre encendida.
Mi querida, anotate esta:

Uno de los dos está mintiendo.

De Lengua de madera, Antología de poesía breve en inglés, de Varios Autores.
Edición de Hilario Barrero.
***

Hice mal la elección cuando tocó hacerla,
hice un malísimo cálculo de lo que me esperaba y decidí
que la entrega a la nada
merecería la pena,
claro, que cuando escogí yo pensaba
que no habría pena ninguna.
Al tiempo me doy cuenta de lo poco que rentó aquel pago
a base un sangrado de poemas,
si yo hubiera sabido que mi única ventaja
sería un par de meses alimentada con malas compañías
qué diferente todo,
hasta el entretejido de la rutina laboral
hubiera sido distinto.
¿Y es que acaso no sabías?
¿tanto tardaste en ver
quién era el bueno, quién el feo y quién el malo de la historia?
¿O es que preferiste las manos semiabiertas a las cerradas por abrir?
Que al final no sirve acordarse y decirse improperios
sobre todo si cada dos tardes
recuperas el tiempo perdido
perdiéndote tú entre lugares sagrados y cuentos,
mirándote a los ojos, reconociéndote en otros,
siendo, no digo amado, pero sí apreciado.
Y así los cabezazos que te darías contra la pared
se convierten en risas en esa pequeña esquina
donde se habla de cosas inútiles y bellas,
inútiles como dar tiempo a quien no te lo dará
y bellas como entregar misterios a quien querrá descifrarlos.

Traducción de  Dasbald

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char