martes, 15 de abril de 2014

Pero yo, Magdalena, la descalza

MARÍA DEL CARMEN COLOMBO 

(Buenos Aires, Argentina, 1950)

Por qué habría de extender
sus alas el águila
envejecida
dijo

el águila
envejecida
extendiendo
sus alas

porque tengo esperanza de volver
porque tengo esperanza
de volver al lugar
del que nunca
me he ido
este lugar

porque tengo esperanza
sobre la línea desafinada
de los techos
lloro y canto.

De La muda encarnaciónÚltimo Reino, 1993.
***
MENSAJE

Las escrituras me sujetan
al orden de mi hermano
pero yo, Magdalena, la descalza,
en sueños soplo
y con mi llanto deshago
las hojas cinceladas
de la gran catedral

Ah mi querido Pedro
cuánto darían por llorar
sobre tu nombre seco de vigilias
los hacedores de este mundo
breve e inasible

Mejor mi pelo
emocionado en su caída
que tu acabado monumento
hacia el cielo

Precario el que padece tu perduración
Yo solo resucito.


En El Jabalí, revista ilustrada de poesía, Nº 13, Año VIII, 2001.
***
La Montaña

Si fuera segura 
como una montaña –las cosas 
claras, la palabra 
precisa–. Si fuera calma, una 
piedra de quietud, mi derrotero 
culminaría –seguramente– 
en la cima de cordura 
y así colmada miraría 
desde allí 
un ojo de vértigo, el otro 
abismo. 


**
Recomiendo esta lectura.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char