miércoles, 30 de julio de 2014

Un ardoroso plumaje en el aire virgiliano

Tomada de FB
ELDER SILVA
(Pueblo Lavalleja, Salto, Uruguay, 1955)

Recuerdos de vos

No son muchos.
Destaco el helecho
que me regalaste para
mi cumpleaños
(y que en parte se lo
comieron las hormigas),
una foto en Tiatucura
entre el verde del Salsipuedes
y tus ganas de retorcerle el
cuello al mundo.
Y esas medias caladas
que te quedaban sex,
pero que arrolladitas entre
mis medias,
son poca cosa
y dan un poco de lástima.
**
La envenenada

Patas arriba
la prima hermana de Kafka
agoniza y deplora
el momento en que posó su
cáscara
sobre los restos del Neocid
que puse al lado del tomo segundo
de la poesía completa de
Drumond de Andrade
con postfacio
de Sergio Buarque de Hollanda.
**
En la alta luna

Una luna alta hacia el lado de Patitas
se reparte las nubes
y acaso el sur de la Vía Láctea,
como señales para el prójimo.

Las chapas del excusado
golpeándose en el viento
toda la noche.

Recostado en la cama
pienso que el verano es un invento
de los pájaros.

Tengo doce años
y he besado por primera vez a mi novia.
**
SALTO- PUEBLO LAVALLEJA

Voy junto a la ventanilla.
Algún pájaro atraviesa
la incandescencia de los faros, el haz de sodio
que los faros del ómnibus difunden entre
la noche. ¿Serán Lechuzas? ¿Serán murcié
lagos?
Pájaros que cruzan:
un ardoroso plumaje en el aire virgiliano.
Adentro solo se escucha el rumor, degradado y persistente,
del macadam molido bajo los neumáticos,
la voz de alguno hablándole al compañero de asiento,
voces en los puestos de la policía caminera.
Y el sigilo
del polvo enamorado,
empapándolo todo.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char