viernes, 18 de julio de 2014

Un mirlo y tres luces

Pilar Martín Gila
Tomada de Facebook

(Aragoneses, Segovia, 1962)

Ni otra noche
ni ninguna otra mañana
sino ésta en la que va ardiendo
lo posible a la luz de un candil,
la tráquea de los insectos
y la palabra de los locos
en tres grandes gritos
de tantas formas dicha y desmentida,
el desierto y el estruendo sentados
a la mesa del comedor.
**

Ella tiene la sombra
de las ventanas
y devana un ovillo
entre el futuro y lo cierto,
una soledad que no conoce
y una promesa
que se cumplirá hecha añicos,
porque el viejo Borgen se acurruca
sobre el suelo de las pocilgas
entre los animales
sin esperanza, el peso de la piedra,
el declive que guarda en un bolsillo
y consulta a solas.
**

Llamábamos hogar
a ese tiempo del resguardo.
La transparencia de los niños
cuyo ruido es igual que la luz,
la noche igual de transparente
que el frío y el sueño, al amanecer
un mirlo y tres luces
en otro rincón a esas horas
también transparentes como ventanas
cerradas y el miedo a quedarse solo
y sostenerse en el ir y venir.

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Somos parecidos a esos sapos que en la austera noche de los pantanos se llaman sin verse, doblegando con su grito de amor toda la fatalidad del universo.
René Char


No haría falta amar a los hombres para darles una ayuda real. Sólo desear hacer mejor cierta expresión de su mirada cuando se detiene en algo más empobrecido que ellos, prolongar en un segundo cierto minuto agradable de su vida. A partir de esta diligencia y cada raíz tratada, su respiración se haría más serena. Sobre todo, no suprimirles por entero esos senderos penosos, a cuyo esfuerzo sucede la evidencia de la verdad a través de los llantos y los frutos.
René Char